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La definición de Destino Turístico Inteligente y sus ejes: Libro Tequila Inteligente

La definición de Destino Turístico Inteligente y sus ejes: Libro Tequila Inteligente

«Fragmentos del Libro Tequila Inteligente, relato de su experiencia como Ciudad y Destino Inteligente.»

Por Joxean Fernández. (Segunda parte)

En los últimos años se ha abordado la problemática de los Destinos Turísticos Inteligentes desde distintas perspectivas, incluyendo el análisis de redes, cadenas de valor, procesos de innovación, uso de las TIC en la gestión de destinos, e-destinations, destinos 2.0, etc. La perspectiva epistemológica utilizada establece prioridades y determina el tipo de gestión propuesta.

La gestión de los destinos turísticos en la actualidad se ha visto afectada de forma significativa por un conjunto de tecnologías con capacidad para cambiar de forma radical los procesos turísticos, incluyendo la interacción
de los turistas con el territorio, el diseño y comercialización de los productos turísticos, la toma de decisiones en torno al propio viaje, antes, durante y después del mismo, etc. Ninguno de los actores que participa en el ecosistema
turístico escapa a estos efectos: desde las administraciones responsables de las políticas públicas de turismo, pasando por los operadores turísticos, los residentes y los propios turistas.

El marco conceptual de los Destinos Turísticos Inteligentes, derivado del concepto de Smart City, se ha desarrollado con el objeto de disponer de herramientas que permitan mejorar la capacidad de comprensión del destino ante el impacto producido por las nuevas tecnologías aplicables a los distintos subsistemas turísticos

El territorio turístico aparece en este contexto como un espacio fluctuante, configurado como una red de actores con intereses y expectativas diferentes, en ocasiones opuestas y difícilmente conciliables, intensivo en información,
donde se desarrollan distintas dinámicas de conocimiento, tecnología e innovación, algunas de ellas con un gran potencial disruptivo.

El espectro tecnológico que puede incidir en la configuración y desarrollo del destino turístico es muy amplio, pero destaca, como en otros ámbitos de la economía y de la sociedad, la capacidad de las TIC para modificar de
forma significativa la cadena de valor del sector.

El enfoque de Destino Turístico Inteligente no es neutral. El territorio se presenta como elemento estructural clave para impulsar la competitividad económica y la mejora del posicionamiento global del destino. La adaptación
exitosa al nuevo entorno digital es la prueba de fuego que verifica el paso a la modernidad. Tal es su fuerza icónica, que no sorprende que la mayoría de los actores se sientan seducidos por su llamada y emprendan la búsqueda
del Santo Grial que los salvará de todos los males. En un segundo plano, postergadas, ocultas o invisibles, quedan las dimensiones culturales, sociales, antropológicas e históricas del territorio.

La dimensión tecnológica y la perspectiva sistémica

¿Cómo llamar a estos destinos que hacen un uso cabal de la tecnología, que no compran espejitos de colores, que quieren conocer con detalle las condiciones escritas en letra pequeña o en tinta invisible del contrato de adhesión que se les presenta, que tienen más preguntas que respuestas, que rechazan la tecnología como una suerte de fórmula mágica que resuelve todos los problemas, incluso los que no existían? Podremos llamarles Destinos Turísticos Humanistas o seguir llamándoles Destinos Turísticos Sostenibles, poniendo el acento en lo que de verdad importa.

Esto no significa en modo alguno que haya que rechazar de plano el nombre de Destinos Turísticos Inteligentes. El esfuerzo metodológico realizado permite analizar distintos componentes de un destino de una forma estructurada y es tanto un mecanismo de planeamiento estratégico como de actuación sobre la realidad. Pero resulta necesario
y urgente construir un marco conceptual que ponga a la tecnología en su lugar, como un instrumento y no como un fin en sí mismo. Si se quiere, un marco metodológico agnóstico con la tecnología, abierto a su utilización, entusiasta con las posibilidades que ofrece, pero que demanda un análisis sistémico crítico adaptado a cada contexto, con una exigencia reforzada para destinos que puedan ser particularmente vulnerables a los efectos no deseados de la tecnología.

La dimensión tecnológica adquiere tanta importancia que puede acabar desvirtuando el marco conceptual de los Destinos Turísticos Inteligentes. Esta mirada reduccionista traduce «inteligente» por «tecnológico». Parece que la inteligencia es un rasgo asociado al uso intensivo de la tecnología. La metáfora de la inteligencia del destino tiene fecha de caducidad en este mundo líquido en el que vivimos, que deteriora rápidamente los constructos teóricos más sólidos.

La experiencia del proceso de diseño y desarrollo de Destinos Turísticos Inteligentes pone de relieve la necesidad de reforzar la perspectiva sistémica del destino turístico, vinculando de forma efectiva los cinco ejes previstos en el enfoque de Destinos Inteligentes: gobernanza, sostenibilidad, conectividad, tecnología e innovación. La capacidad de
la tecnología de producir resultados rápidos, generando una apariencia de modernidad que impregne el destino, determina que los esfuerzos se concentren en este ámbito.

Por otro lado, a priori, el catálogo de soluciones tecnológicas es más fácilmente extrapolable a otros destinos que los restantes ejes mencionados, lo que genera un proceso de uniformización en destinos turísticos muy diferentes entre sí.

La necesidad de un enfoque integral de los destinos turísticos, capaz de gestionar la complejidad de los desafíos existentes, requiere repensar el papel que debe ocupar la tecnología en este proceso. ¿Qué significa repensar el papel de la tecnología? A título indicativo, podríamos enumerar los siguientes aspectos:

  1. Perspectiva instrumental. El eje tecnológico tiene un carácter instrumental y está más relacionado con alternativas para dar respuesta a los retos del destino turístico, por lo que debería ser analizado al final del proceso y no al principio.
  2. Perspectiva fragmentada. Los proyectos tecnológicos turísticos específicos, en torno a aspectos como gestión de flujos, eficiencia energética, etc., pueden acabar asociándose con un proyecto global de Destino Turístico Inteligente. La parte tecnológica se confunde con el todo del destino.
  3. Condicionalidad. La tecnología tiene una fuerte capacidad de condicionar la reflexión sobre la estrategia para desarrollar el destino turístico, «imponiendo» itinerarios con fuertes automatismos. El solucionismo tecnológico limita o impide una reflexión más sistémica.
  4. Sesgo tecnológico. La tecnología puede tener costes escondidos o producir clientes cautivos generando una
    situación de dependencia indeseable para el destino turístico. Adaptación al destino. La tecnología en general, y la tecnología turística en particular, tienen un enorme potencial para desarrollar soluciones efectivas para los destinos turísticos. Cualquier destino, independientemente de su tamaño, condición y naturaleza de su oferta, debe valorar cuáles son las tecnologías más idóneas para fortalecer sus capacidades.
  5. El uso de la tecnología no es neutral. La tecnología tiene un enorme potencial disruptivo, generando ganadores y perdedores en el proceso de transferencia, adopción y uso de esta.
  6. Tiempo. La tecnología acelera los procesos, generando automatismos sobre los que en muchas ocasiones los gestores del destino carecen de control. La tecnología genera efectos no deseados que pueden contribuir a desestabilizar un destino, poniendo en peligro los equilibrios precarios que en muchas ocasiones existen. En destinos que están en proceso de construcción, la tecnología puede incrementar el nivel de vulnerabilidad.
  7. Adecuado balance entre los componentes analógico y virtual. Antes de poner en marcha un proceso de definición y desarrollo de un Destino Turístico Inteligente, es fundamental dedicar tiempo a los componentes analógicos, así como a analizar los efectos que va a producir el uso de la tecnología sobre el ecosistema y los actores. Aflorar estos posibles efectos es un ejercicio que puede ayudar a establecer cautelas, valorar los tiempos de implementación y prevenir eventuales resultados no deseados.

En fin, cada destino turístico es diferente. Un enfoque sistémico que ponga a la tecnología en el lugar instrumental que le corresponde, evitando que se convierta en un fin en sí mismo, permitirá un proceso flexible, dotado de mayor plasticidad, que pueda desarrollarse por etapas, de forma orgánica, adaptado a la complejidad propia de cada territorio turístico.

 

 


El libro Tequila Inteligente es el storytelling de un proyecto y de una realidad. Una experiencia concreta: la de Tequila, en su camino a convertirse en un Pueblo Mágico Inteligente en 2020 y en una Ciudad Inteligente en 2040. La lógica inicial, las decisiones tomadas y sus aprendizajes, asimismo, la visión de expertos internacionales, a veces crítica, a veces futurista, a veces entusiasta, se han dado encuentro en este libro. Expertos que han participado de una forma u otra en el proceso, se enmarcan en la experiencia internacional e interpretan el fenómeno de las Ciudades Inteligentes, validando acciones y decisiones y brindando señales, señalando riesgos y brindando opciones. De igual forma, se ha entrevistado a un variado número de tomadores de decisiones en relación con Tequila, para dar su visión de un tema que ha venido para quedarse de una manera u otra en nuestro Pueblo Mágico.

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