¿Existe un ideal de ciudad?
Por Federico de Arteaga. Director de Planeación en Grupo JB-Cuervo. Experto en Ciudades, Destinos Inteligentes, en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.
En un interesante libro “La Ciudad Bien Temperada” Jonathan F. P. Rose, escribe:
Imaginemos una ciudad con las viviendas sociales de Singapur, la educación pública de Finlandia, la retícula inteligente de Austin, la cultura de la bicicleta de Copenhague, la producción de alimentos urbanos de Hanói, el sistema de alimentos regionales toscanos de Florencia, el acceso a la naturaleza de Seattle, las artes y la cultura de Nueva York, el metro de Hong Kong, el sistema de autobuses rápidos de Curitiba, el programa de bicicletas compartidas de París, las tarifas contra la congestión de tráfico de Londres, el sistema de reciclaje de San Francisco, el programa de retención de aguas de lluvia de Filadelfia, el proyecto de restauración del río Cheonggyecheon de Seúl, el sistema de reciclaje de aguas residuales de Windhoek, la actuación de Róterdam para combatir un nivel de mar creciente, los resultados sanitarios de Tokio, la felicidad de Sídney, la equidad de Estocolmo, la paz de Reikiavik, la forma armónica de la Ciudad Prohibida de Pekín, la vitalidad comercial de Casablanca, la industrialización cooperativa de Bolonia, la innovación de Medellín, las universidades de Cambridge, los hospitales de Cleveland y la habitabilidad de Vancouver.
Más allá de la elección y de los distintos ejemplos, hay aspectos destacados en muchas ciudades que han evolucionado y madurado, adaptado y mejorado. El tema es si se las puede acoplar en un sistema y que funcione.
La ciudad es en parte una buena asignación de recursos; talento, diseño, conocimiento, modelos de negocio, de prevención, de responsabilidad social, de impuestos, de proyectos, de acuerdo social, remover barreras, eliminar trámites, simplificar y ver las cosas en forma sistémica.
En el mismo sentido, en el libro “Ideal City”, donde se presenta una exploración sobre el futuro urbano, destacados arquitectos y urbanistas coinciden en ciertos principios.
Los cinco principios de una ciudad son:
- Ingeniosa
- Accesible
- Compartida
- Segura
- Deseable
¿Porqué no adaptar lo mejor?
Las excusas son siempre las mismas, la falta de recursos económicos, la inflexibilidad, la inmovilidad, pero las buenas prácticas existen. ¿Si se asignaran los recursos en forma de proyectos, podrían ser la lógica de una ciudad que quiere ser mejor?
En Latinoamérica, los recursos se asignan en base a temas, a necesidades y a prioridades políticas que hacen que a cada uno que levanta la mano se le de un recurso insuficiente y más filantrópico que responsable y sostenible.
Las necesidades se mitigan en base a proyectos no a dádivas, los servicios en las ciudades funcionan en base a criterios técnicos, a alianzas público – privadas, a una ciudadanía motivada e incentivada a la mejora. Y a conocer lo que pasa en el mundo y dónde funciona qué, cómo y para qué ciudad y para qué sociedad.
Hay cosas que funcionan, conceptos que deben incorporarse, errores evitados y curvas de aprendizaje recorridas; una mala asignación de recursos es hacer todo de nuevo.
No existen las ciudades ideales, pero como lo dice claramente Bjarke Ingels, arquitecto danés especialista en sostenibilidad “no se puede realizar la utopía, lo que se puede es, asegurarse que cada vez que se hace algo, hacerlo en la manera que se quisiera que fuera el mundo”.