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Privacidad en extinción. ¿Cómo equilibrar entre privacidad e información?

Photo by Glen Carrie on Unsplash

Usted como experto en temas legales ¿cómo ha visto la evolución del tema privacidad respecto a big data y su utilización? ¿Hacia dónde  se va en materia legal?

La privacidad está en vías de extinción.

El primer estudio de la privacidad desde el punto de vista legal se publicó en  el Harvard Law Review en diciembre de 1890. Allí se advertía: “Instantaneous photographs and news-paper enterprise have invaded the sacred precincts of private domestic life; and numerous mechanical devises threaten to make good the prediction that ‘what is whispered in the closet shall be proclaimed from the house-tops’”.

Eso se ha agravado casi infirnitamente.

Un conocido diario inglés ha denunciado, en estos días, que los televisores inteligentes que usamos en nuestras casas proveen de información a Google y a Facebook. Si esto fuera así, la información que generamos en nuestras casas es –inadvertidamente para nosotros – provista a quienes deciden qué anuncios nos mostrarán. Y de ello a concluir qué haremos a continuación, es solo un paso.

Y otro diario comentó que en Londres hay más de 400.000 cámaras con sistemas de reconocimiento facial. Por lo que el Estado sabe quién está en qué lugar, al menos en esa capital.

Algo de eso se ha hecho al amparo de la Ley. Pero mucho no. Y las multas que reciben los infractores, si bien de montos astronómicos, seguramente no son más que costos previsibles para ello. Es un simple análisis de costo/beneficio. Imaginen, entonces, cuánto valen los datos personales.

¿Cuáles son los países más avanzados en esa materia?

En mi opinión algunos países de la Unión Europea, particularmente el Reino Unido y Francia, son los que más seriamente están tratando de impedir el problema.

¿Cómo equilibrar ese tema entre información y privacidad?

Aquí hay que separar dos cuestiones importantes.

Una porción extremadamente importante de los integrantes de nuestra sociedad vive una carrera de quién pública más información personal. Esas personas ponen esa información voluntariamente en el “ágora” virtual, por lo que las consecuencias eventualmente negativas que deriven de ello solo se les pueden imputar a ellos mismos. Que alguien compile la información publicada y la analice parece aceptable, si lo hace con un fin lícito.

Pero hay una inmensa área de información que se recoge permanentemente (tarjetas de crédito, compras por Internet, infracciones de tránsito, antecedentes penales y un casi infinito etcétera) que solo debería ser utilizada para aquello específico que la generó. Y no más allá. Ese principio está normalmente incluido en las leyes de protección de datos personales.

Una vía de escape para ello que usan quienes procesan y transmiten esa información es incluir cláusulas virtualmente ilegibles para el ciudadano común en los “términos y condiciones” que los habilitan a hacer casi cualquier cosa con esa información. Debería exigirse que esas autorizaciones estén en lugar absolutamente visible, en términos claros y sencillos, sin complejas expresiones jurídicas que un lego pueda no conocer.

Otro elemento importante es la educación en la protección de la privacidad.


Dr. Ricardo Mezzera.

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de la República, Uruguay. Vicepresidente del Colegio de Abogados del Uruguay por dos períodos e integrante de su Tribunal de Honor. Socio Fundados de la Asociación Uruguaya de Derecho Ambiental y de la Asociación Uruguaya de Derecho Aeronáutico y Espacial. Se especializa en las áreas jurídicas del transporte y del trabajo. Consultor.

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