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Tequila, el caso más complejo y desarrollado hasta ahora en cuanto a ciudades inteligentes en México.

Tequila, el caso más complejo y desarrollado hasta ahora en cuanto a ciudades inteligentes en México.

Usted como experta en política pública y urbanismo, ¿como ha visto la herramienta de gobernanza de Tequila – el Consejo de Desarrollo Integral de Tequila (CODIT)?

Una ciudad inteligente es un sistema integral, holístico y multidimensional que para su buen funcionamiento, necesita ante todo la inclusión y cooperación entre los distintos actores que ponen en común sus ideas, sus competencias y medios para optimizar la ciudad. Esos actores pueden ser empresas, gobierno, ciudadanía y academia, así que una ciudad inteligente es ante todo su gente. El hecho de que en Tequila hayan optado por la creación del Consejo de Desarrollo Integral de Tequila (CODIT) habla bien de la profundización y complejidad a la que ha llegado el proyecto. Llama la atención que en la integración del CODIT estén incluidos, además de gobierno y empresas, los mismos ciudadanos de Tequila.  Si se supone que una ciudad inteligente debe basarse en la participación ciudadana activa e informada, considero que el CODIT abona a ese sentir, y coadyuva a la construcción desde abajo de su ciudad y su definición propia de inteligente.

Igualmente es muy importante que exista un ente encargado de la gestión de proyectos de esta magnitud, y el CODIT considero que funge como elemento canalizador de las distintas demandas que vayan surgiendo. Entonces el términos de gobernanza y política, el CODIT ayuda a la institucionalización y ordenamiento de este tipo de proyectos que además pueden ser replicables en otros estados de la república.

En el estudio que usted está llevando a cabo comparando ciudades de Europa y Latinoamérica; cómo ha visto a México y qué ciudades cree van por el camino correcto y en qué?

Desde mi punto de vista, las ciudades inteligentes en México se encuentran en los primer estadios de desarrollo, es decir en las fases de experimentación y en la segunda fase que trata sobre la construcción de barrios o ciudades con características de smart city. Sin embargo, y dado lo nuevo del tema, considero que México está más avanzado en comparación a otros países de América Latina. Tenemos casos en México muy interesantes como el de Tequila Inteligente que hasta ahora ha desarrollado todo un ecosistema de actores para el desarrollo de su proyecto. El hecho de que en Tequila hayan desarrollado el CODIT habla bien de la complejidad que ha alcanzado el proyecto tanto en términos de gobernanza, de urbanismo, de voluntad política y social y de desarrollo sustentable. Desde mi punto de vista, este es el caso mas complejo y desarrollado hasta ahora en cuanto a ciudades inteligentes.

Existen otros casos en México que han llamado la atención como es el caso de Smart Puebla, sin embargo, desde mi análisis no se le ha dado continuidad por cuestiones políticas, aunque considero que es una buena iniciativa y que debiera tener más seguimiento. Otro caso ha sido el de Ciudad Maderas en Querétaro con su proyecto IQ Smart City en el 2014. Sin embargo, hasta donde hemos analizado, se veía proyectado como un clúster tecnológico basado en un desarrollo sustentable con smart movility, pero hasta ahora se ha desarrollado solo como un clúster inmobiliario.

En el panorama general considero que a México le falta aún mucho camino por recorrer tanto en normativa como en asignación de recursos y presupuesto, además de conocimiento general sobre el tema. En el caso Europeo, específicamente el caso francés que analizamos, vemos que ellos han desarrollado el tema aproximadamente desde el 2008, por lo que nos llevan más de 10 años de delantera. Así mismo si lo analizamos en términos urbanos Europa se ha encargado de organizar sus ciudades de manera sustentable e integral,  y en el respeto del espacio público desde hace mucho tiempo. De esa forma, Europa cuenta con una normativa a nivel continental, la Alianza Europea de Innovación en Ciudades y Comunidades Inteligentes (EIP-SCC) en donde existe un presupuesto asignado desde la Unión Europea para el desarrollo de ciudades inteligentes. Dicho presupuesto se asigna a las ciudades que quieran desarrollar iniciativas en ese sentido, por ejemplo en Francia tenemos a ciudades como Lyon y a Montpellier, entre otras, que han recibido el financiamiento.

La cuestión es que en México, y América Latina en general, la discusión sobre el espacio público y la calidad de vida urbana no son temas prioridad, cuando deberían serlo ya que contamos con megaciudades de más de 10 millones de habitantes. Por ello aún no contamos con una normativa ni un presupuesto específico nacional dedicado a este tipo de proyectos, por lo que lo primero sería desarrollar el marco estructural, tanto normativo como de recursos, para ahora si empezar a darle más impulso a estos nuevos modelos urbanos.

¿Cuáles son a su entender los factores de éxito cuándo se habla de ciudades inteligentes?

El tema de ciudades inteligentes es un tema de mayor importancia para nuestras sociedades, dado que de aquí al 2030 el 80% de la población vivirá en una ciudad, por lo que plantearse este tipo de preguntas es fundamental para el futuro urbano. Desde mi punto de vista, existen dos momentos clave en el éxito de una ciudad inteligente: el factor humano y posteriormente el factor tecnológico.

Desde el  factor humano debemos considerar que una ciudad inteligente reagrupa cuestiones complejas ya que la experiencia la poseen una diversidad de actores cada uno experto en su área, por lo que la adopción e implementación de este tipo de proyectos necesitan de un tiempo de apropiación y de la construcción de un lenguaje común entre actores. De esta forma, si una ciudad quiere tener éxito, necesita que sus  actores tengan un tiempo de aprendizaje de las dinámicas y el lenguaje, para posteriormente entrar en una etapa de cooperación. Una vez cumplido este periodo, que puede realizarse a través de capacitaciones especializadas en el tema, podemos empezar a construir y pensar entre todos las soluciones tecnológicas y no tecnológicas que se pueden implementar ya en la vida real. El gobierno local conoce su ciudad, su gente, su cultura, es decir tiene una experiencia y es experto a la hora de gobernar su ciudad. Lo mismo el ciudadano, quien es el que vive, habita y siente su ciudad, por lo que su conocimiento y experiencia es pieza clave también. Pero por otro lado, las empresas tienen también su “expertise”, saben como solucionar problemas puntuales con su tecnología y sus propuestas innovadoras. Si juntáramos a estos actores en un diálogo  de cooperación las posibilidades tanto tecnológicas como de gobernabilidad sería infinitas, resultando en una mejora en la calidad de vida urbana.

Si hablamos desde el punto de vista tecnológico, creo que una ciudad inteligente no se puede construir sin los datos. Se necesitan los datos para tener información acerca de la ciudad en tiempo real. Entonces el Internet of Things y una conectividad omnipresente son básicos cuando pensamos en una ciudad Smart, de ahí que algunas iniciativas empiezan con implementar WIFI en sus ciudades. Eso generará un tráfico de datos para crear una plataforma colaborativa en donde la información fluye desde el ciudadano conectado en su Smartphone hasta el secretario de Transporte que puede regular el tráfico e informar a su ciudadano. Entonces ahí hablamos que el compartir datos, y su seguridad son elementos básicos también, como indica Luc Belot en su estudio sobre ciudades inteligentes en Francia, “los datos se vuelven una nueva política pública local y territorial”, y por ello hay que protegerlos creando normativas para la confidencialidad de la información.  Entonces los gobiernos se enfrentan a una nueva dinámica de conectar los objetos entre ellos, compartir información y data asegurando siempre una protección óptima. Esa es la dinámica de una ciudad inteligente contemporánea.

Para complementar, más allá del factor humano y tecnológico, para que una ciudad inteligente tenga éxito es importante también que cada ciudad se apropie del concepto de Smart  y lo construya en conjunto con la ciudadanía, es decir de abajo hacia arriba. Las iniciativas top-down no funcionan y múltiples ejemplos se pueden citar evidenciando lo negativo de esta dinámica. Los actores de la ciudad deben crear su propia definición de Smart city, porque las ciudades no son solo tecnología,  primero son territorios con identidad y cultura, son sus habitantes que la recorren todos los días, entonces ahí también están las respuestas a muchos de los interrogantes sobre como podemos pensar el futuro de nuestras ciudades.


Claudia Toscano Barranco

Mexicana y Politóloga de formación. Cuenta con estudios de maestría en Ciencia Política y Políticas Públicas de la Université Sorbonne-Nouvelle Paris 3 en Paris, Francia. Es licenciada en  Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Puebla. Actualmente forma parte del Centro de Documentación e Investigación Sobre las Américas (CREDA) del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Sorbona de Paris, en donde está desarrollando una investigación sobre nuevos modelos urbanos como ciudades inteligentes y ciudades sustentables en América Latina y Europa. Sus líneas de investigación son gobernanza urbana, políticas públicas urbanas y desarrollo sustentable. Actualmente se desempeña como miembro del laboratorio de Estudios Latinoamericanos de la Sorbonne Nouvelle de Paris.

 

 

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