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Destinos inteligentes y big data

Destinos inteligentes y big data

«Fragmentos del Libro Tequila Inteligente, relato de su experiencia como Ciudad y Destino Inteligente.»

Por Ariel Juárez y Arturo Constantini, expertos en estadísticas y analytics de turismo.

«Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre».

La frase, atribuida al físico y matemático británico William Thomson Kelvin (1824-1907), da muestra de la importancia de la medición para realizar análisis rigurosos de información que permitan la toma de decisiones acertadas. Con esta premisa sobre la mesa, los Destinos Turísticos Inteligentes (DTI) requieren de un sólido andamiaje de recolección de datos para gestionar eficientemente el lugar y ofrecer al turista una experiencia placentera.

Gracias a la base tecnológica sobre la cual se desarrollan los DTI, los gestores del destino cuentan con un extenso abanico de información para conocer con mayor detalle el pulso de la actividad turística. Sin embargo, los datos, por sí solos, son como piezas de rompecabezas sin armar: solo proyectan caos. Una vez acomodadas, las piezas ofrecen una representación clara de una imagen en particular. Los datos, de igual manera, necesitan ser contextualizados y procesados («acomodados») para que puedan proyectar información susceptible de transformarse en inteligencia y conocimiento.

Los Destinos Turísticos Inteligentes requieren de un sólido andamiaje de recolección de datos para gestionar eficientemente el lugar y ofrecer al turista una experiencia placentera.

Lo anterior, conlleva a que los tomadores de decisiones de los DTI tengan la claridad de cuáles son las fuentes de información con las que cuenta el destino y qué mide cada una de ellas. Identificar, por ejemplo, qué datos provienen de la estadística tradicional (encuestas, censos, registros administrativos) o de fuentes alternativas de información no estructurada (redes sociales, sensores, etc.). Así, los DTI se configuran dentro de un escenario big data que obliga a los gestores crear un sistema capaz de atender la complejidad del uso de datos masivos.

En este nuevo sistema de información masiva, el reto consiste en la recolección, almacenamiento, procesamiento y análisis de datos masivos. Esta tarea requiere recursos tecnológicos, humanos y económicos que necesitan atender las tres dimensiones de big data:

  1. Volumen: dimensión relacionada con el tamaño de grandes colecciones de datos creadas para diferentes usos y propósitos. En este sentido, el mayor reto es el almacenamiento de datos.
  2. Variedad: dimensión que hace referencia a las diferentes estructuras —o ausencia de estructura—, que pueden tener los datos. El reto, en este caso, es encontrar un modelo que facilite la integración de los datos con independencia de su estructura.
  3. Velocidad: dimensión relacionada con los flujos de datos desarrollados en entornos cada vez más distribuidos. La velocidad describe la rapidez de la generación, acceso y análisis de los datos en su entorno de explotación.

 

¿De dónde se obtienen los datos?

Los DTI tienen como eje transversal las Tecnologías de Información y la Comunicación, entendidas desde el uso de programas sofisticados de software, como un extenso abanico de sistemas de hardware, que se combinan para potenciar la recolección y análisis de datos sobre el destino. Sin estas, el destino carecería de información vital para su óptimo funcionamiento y la práctica de una buena gobernanza.

De esta manera, los destinos se alimentan de información a partir dos fuentes clave: Internet y sensores. Como punto de partida, no se puede concebir un Smart Destination sin un amplio espectro de conectividad gratuita a Internet, ya que esta permite a los viajeros hacer uso de las redes sociales y aplicaciones para móviles, lo que facilita su integración al destino y mejora su experiencia durante su estancia.

En el caso de las redes sociales, estas se han convertido en un elemento que ha revolucionado el escenario turístico, siendo claves en el antes, durante y después de los viajes. Los viajeros han dejado a un lado las tradicionales agencias de viaje para refugiarse en el uso del social media para tomar decisiones respecto a los lugares que desean visitar, gracias a una gran cantidad de información disponible en la Web como fotografías, videos, mapas o comentarios sobre recomendaciones de otros turistas. Durante la estancia, y posterior a esta, las redes sociales se convierten en canales de difusión para compartir experiencias y recuerdos, que servirán de inspiración para futuros visitantes.

No se puede concebir un Smart Destination sin un amplio espectro de conectividad gratuita a Internet.

A la par, las apps ofrecen todo tipo de recursos a los turistas para que tengan acceso a una «movilidad inteligente». Las aplicaciones permiten al viajero conocer, desde la oferta de productos turísticos en tiempo real y localizar puntos de interés (hoteles, restaurantes, museos, sitios emblemáticos, etc.), hasta identificar zonas de inseguridad, obtener información sobre transporte público o recibir alertas sobre la calidad del aire o los altos niveles de radiación solar.

Derivado de la interacción en línea, los viajeros dejan una valiosa huella digital, de la cual se logra obtener un detallado perfil del visitante, conocer patrones de consumo, duración de la estancia, desplazamiento en el destino o comentarios sobre los servicios utilizados. En conjunto, las redes sociales y las apps generan, según ThinkTur: «una foto humana tan precisa de los turistas que cualquier compañía puede dirigirse a estos, igual que si los hubiera conocido hace años. Con una gestión inteligente de la información, ya es posible adelantarse siempre a sus decisiones y, gracias a ello, ofrecer algo pocas veces logrado: que se sientan únicos y especiales».

En tanto, dotar al destino de sensores y videocámaras fortalece la gestión de este en diversos aspectos como la seguridad, recolección de residuos, movilidad, energía, etc. Algunos de los usos que se le pueden dar son para la medición de parámetros ambientales, regulación del alumbrado público, obtener información de tránsito vehicular para optimizar rutas, monitorización de zonas inseguras o eventos masivos, detección del flujo de turistas, entre otros.

Los datos desprendidos de los sensores y videocámaras, al ser en tiempo real, ofrecen información estratégica de lo que ocurre en el destino. Permite a los gestores tomar decisiones oportunas e, inclusive, anticiparse a los problemas; transitar de una gestión reactiva a una que conciba un plan integral de una administración eficiente y preparada para responder a las necesidades tanto de los turistas como de los residentes. Por ejemplo, detectar un accidente vehicular al momento e implementar un plan de acción para atender el siniestro y establecer rutas alternativas para agilizar el flujo de automóviles.

 


Ariel Juárez

Consultor en temas de Estadística para la Organización Mundial de Turismo y Director General de Brain Analytics and Innovation, consultora especializada en diseño e implementación de métodos estadísticos y de ciencia de datos para la solución de diferentes temáticas en el ámbito privado y público del turismo. Pertenece a grupos de expertos nacionales e internacionales en estadísticas de turismo.

 

Arturo Constantini.

Maestro por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), concluyó recientemente el diplomado en Privacidad, Regulación y Gobernanza de Datos por la misma institución. Se ha dedicado al análisis de temas internacionales, económicos y de turismo. Ha participado en congresos y talleres, a nivel nacional e internacional, en torno al impulso y desarrollo del Turismo Inteligente. Pertenece al programa de Redes de Expertos en Gestión Pública de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Fungió como Director de Análisis Regional en la Secretaría de Turismo federal y actualmente es Socio Fundador de Brain Analytics and Innovation.

 


El libro Tequila Inteligente es el storytelling de un proyecto y de una realidad. Una experiencia concreta: la de Tequila, en su camino a convertirse en un Pueblo Mágico Inteligente en 2020 y en una Ciudad Inteligente en 2040. La lógica inicial, las decisiones tomadas y sus aprendizajes, asimismo, la visión de expertos internacionales, a veces crítica, a veces futurista, a veces entusiasta, se han dado encuentro en este libro. Expertos que han participado de una forma u otra en el proceso, se enmarcan en la experiencia internacional e interpretan el fenómeno de las Ciudades Inteligentes, validando acciones y decisiones y brindando señales, señalando riesgos y brindando opciones. De igual forma, se ha entrevistado a un variado número de tomadores de decisiones en relación con Tequila, para dar su visión de un tema que ha venido para quedarse de una manera u otra en nuestro Pueblo Mágico.

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