El rol de la inteligencia en las Smart cities
Las ciudades inteligentes o Smart cities son aquellas ciudades que confían en el uso de la información para la toma de mejores decisiones en favor de la comunidad, apalancándose de la tecnología y los productos que ésta produce, siendo estos fundamentalmente los datos y la información.
Sin embargo, si estos datos e información no son analizados y explotados correctamente, por sí solos no proporciona valor agregado alguno.
La inteligencia -como proceso- nos permite transformar datos e información inconexa – a través del ciclo de inteligencia – en un producto de inteligencia, cuyo fin es proporcionar información confiable al tomador de decisiones, para poder detectar y contener riesgos o amenazas, identificar oportunidades y sobre todo aprovechar las oportunidades que se puedan presentar –o mejor aún, crear éstas-.
El valor del análisis de inteligencia está en función de la capacidad de traducir la información, haciéndola accesible a los gobernantes o líderes, en escenarios de confrontación real o potencial. Este proceso de análisis y explotación es realizado por el analista, es decir, el factor humano.
Las circunstancias por las que atravesamos recientemente a nivel global, como lo fue la pandemia derivada del el COVID-19, la creciente inseguridad, la movilidad social y la globalización o el incremento poblacional dentro de las ciudades, así como el avance tecnológico continuo, fomentan el impulso apresurado de la transformación urbana hacia las ciudades inteligentes, privilegiando en éstas el diseño y gestión de modelos de sistemas inteligentes que ponen a las personas en el centro de su propósito.
La rápida urbanización y el crecimiento desordenado de las ciudades ha creado nuevos problemas, como la desigualdad social, la congestión del tráfico y la contaminación del agua y sus problemas de salud conexos. A través del uso de la tecnología, como el internet de la cosas o la inteligencia artificial podemos procesar grandes cantidades de información, que nos permitan identificar patrones que luego se emplean para informar y mejorar la toma de decisiones o incluso, administrar más eficientemente los recursos existentes.
En la actual era del exceso de información, dónde cada vez hay más inputs de donde obtener información, se está haciendo uso de la tecnología a fin de poder administrar los grandes cúmulos de información a efecto de reducir los errores en la valoración de la realidad, dejando a la inteligencia no tecnológica -el factor humano- la función de añadirle el valor relativo que aportan la identificación y correlación de variables, la generación de narrativas congruentes, así como posibles explicaciones de los hechos, estimando su evolución y desenlace a través de la formulación de escenarios.
A pesar de los avances, la tecnología no puede sustituir a la mente humana. La tecnología aún no es capaz de tener un pensamiento crítico como lo tiene el ser humano, de ahí que es incapaz de sustituirlo. Es esta reflexión estratégica el valor añadido que brinda el factor humano y que la tecnología no puede brindar.
En este sentido, la revolución de la información ha hecho que sea aún más importante el rol que juegan los analistas de inteligencia dentro de la identificación y comprensión de las amenazas que nos podamos enfrentar. La tecnología debe utilizarse como una forma de apalancamiento para resolver problemas identificados por la inteligencia.
(Datos + Información ) — a través → (Analista) = Inteligencia [accionable]
Los datos generados y obtenidos por los sistemas de las Smart cities se deben complementar con la comprensión y conocimiento del contexto, proporcionado por el analista, en dónde se generan y cómo éste moldea la realidad de la ciudad y sus habitantes que solo el factor humano puede proporcionar.
Para esto un ejemplo: al tener un conocimiento holístico del entorno y su afectación a la ciudad, podemos definir una Agenda Urbana de Riesgos.
Dicha agenda, es un producto de inteligencia -realizado por analistas con base en los datos e información proporcionada- así como un instrumento prospectivo que identifica posibles riesgos y amenazas a la seguridad -en todos su ámbitos-, la probabilidad de su ocurrencia, las vulnerabilidades frente diversos fenómenos y sus posibles manifestaciones.
Este instrumento es base para generar estrategias, planes, proyectos y políticas a largo plazo en beneficio de la ciudad.
Vivimos en tiempos dónde la inmediatez es la regla; nos hemos vuelto más reactivos que proactivos.
Debemos adoptar un marco de referencia temporal de largo plazo, a fin de poder imaginar múltiples escenarios, y poder visualizar las acciones que incidan para lograr estos (o que hacen que evitemos llegar a estos).
Temas como medio ambiente, cambio climático, migración, seguridad pública, servicios públicos, crecimiento ordenado y sustentabilidad, innovación y tecnología, gobernanza, entre otros, son definidos y cobrarán más importancia en el mediano y largo plazo como prioritarios para la ciudad de acuerdo con sus necesidades y sus capacidades e infraestructura existentes.
El tener un contexto más amplio de donde se desarrolla nuestro trabajo nos permite tener un nuevo enfoque de las cosas. El pensar con visión a futuro, más allá de nuestra permanencia, permite generar los lineamientos que buscamos para trascender. Aquí radica la importancia del factor humano y del pensamiento crítico.
La sinergia entre tecnología e inteligencia y su desarrollo en las Smart cities trae muchas ventajas, aquí enumero cinco de ellas:
- Mayor certidumbre en la toma de decisiones en beneficio de la ciudad y sus habitantes.
- Mayor accionabilidad y utilidad de la información que se traducen en proyectos, planes y políticas públicas eficientes y eficaces.
- Generación de posibles escenarios para el desarrollo de la la ciudad -o hacia dónde no debería de ir- de continuar haciéndose lo que se está haciendo.
- Detección de riesgos, amenazas y oportunidades tanto inherentes a la ciudad y su dinámica como por factores externos.
- Mejor entendimiento de fenómenos complejos de manera sencilla que se traducen en un mayor entendimiento de los problemas, para su identificar sus bases o sus primeros principios y así poder comprenderlos, resolverlos o evitarlos.
Las ciudades inteligentes buscan mejorar e incrementar la calidad de vida de sus habitantes; enfrentar problemáticas de forma inteligente e innovadora, así como realizar una gestión más eficaz de los recursos disponibles, ayudando a la generación de un desarrollo sostenible y a largo plazo de la ciudad.
Por su parte, la inteligencia en el desarrollo de las Smart cities ayuda a afinar su estrategia a largo plazo y sostenerla, ya que nada cohesiona más a un sistema de inteligencia que un ideal compartido y trascendente.
Director General de Strattia Consultores, cuenta con experiencia en el sector público, tanto a nivel federal como municipal, así como en la iniciativa privada. Se ha desarrollado en áreas de análisis, inteligencia y prospectiva en materia de seguridad tanto nacional como pública.
Actualmente, se encuentra a cargo del proyecto Strattia, consultoría de análisis de riesgo e inteligencia así como de la generación de prospectiva estratégica en áreas sociales, seguridad y política.
Cuenta con estudios en de licenciatura y maestría en Criminología por la Universidad Autónoma de Nuevo León, además de especialidades en prevención del delito por la Universidad de Ciencias de la Seguridad y políticas de seguridad y defensa por el Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William Perry en Estados Unidos. Correo: mario@strattia.mx