Los grados de la inteligencia.
Por Federico de Arteaga.
Decía Gabriel Zaid[1]:
El grado de inteligencia no es una propiedad de las personas, sino de las soluciones.
¿Qué se está solucionando a nivel de las ciudades realmente?
En teoría la eficiencia en la prestación de servicios, que se estabilicen los costos de su prestación, que se busque la sostenibilidad ambiental, que existan redes de información para toma de mejores soluciones y que exista conectividad para que funcionen todos los sistemas.
¿Se están solucionando los problemas de las personas?
Seguridad, ahorro de tiempo, menores egresos por eficiencia, conectividad para start ups, negocios e información.
¿Es suficiente? …o… ¿hasta dónde?
Eso es quizá lo que hay que preguntarse en la mayoría de las decisiones y en los proyectos de las ciudades en particular. Hasta dónde lo tecnológico, pues lo no tecnológico son los bienes de convivencia.
Para todo ello, hay que entender y no confundir producto y solución – herramienta y técnica. Ferrán Adriá, en su Masterclass en el Teatro Real en 2019[2] sobre el surgimiento antropológico de la cocina por el homo habilis, lo sintetiza así: “un animal muerto (producto), un cuchillo o una piedra afilada (herramienta) y cortar (técnica)”.
Tan simple. Pero tantas veces se invierten los conceptos. En las ciudades parece que muchas veces se corta, se afila y se ve si sale el producto. Y el producto no solo es la tecnología aplicada, sino el servicio que se le da a la gente, la invasión en la gente o su bienestar. Por ello, las ciudades deben seguir siendo, además de inteligentes, interesantes. Y que sus ciudadanos aporten en los bienes de convivencia. No hay que caer en el cliché de la participación ciudadana, donde se pregunta cosas que no sabe, que no le interesa, y que lo compromete a algo que no vislumbra. Donde hay que comprometerlos es en lo no tecnológico, en el civismo, en la convivencia y en la exigencia a los gobernantes.
Urbanismo, ciudades inteligentes, que son en definitiva acciones que intervienen en una ciudad y en la vida de los residentes y turistas, tienen implicancias.
Richard Sennett en su libro Construir y Habitar – Ética para la Ciudad plantea la pregunta: “Debe el urbanismo representar a la sociedad tal como es o tratar de cambiarla”, y continua afirmando que “la ciudad inteligente prescriptiva exige poco de sus habitantes, la ciudad inteligente coordinadora pide mucho más”. En el Lenguaje de las Ciudades, Deyan Sudjic expresa que “una auténtica ciudad ofrece a sus ciudadanos la libertad de ser lo que quieren ser”.
Sennet y Sudjic lo dejan claro: coexisten la exigencia y lo que se ofrece a los ciudadanos en términos de libertad. Hasta dónde los derechos y hasta dónde la responsabilidad. Como dice el filósofo Emilio Lledó: La importancia del “bien ser”. Las sociedades del denominado Primer Mundo ofrecen muchísimo más de lo que se necesita”. [3] Hasta dónde ofrecer las soluciones inteligentes en las ciudades y a los ciudadanos.
Al final todo es un tema de perspectiva y de proporción.
¿Demasiada arrogancia, demasiado difícil, demasiado lejos?
Como en el animal muerto del homo habilis, ¿tenemos claro cómo utilizar el animal, el cuchillo, el cortar y el cocinar?
[1] http://www.letraslibres.com/mexico/grados-inteligencia
[2] http://www.youtube.com/watch?v=VfUtZbJaAcM&t=734s
[3] http://www.ieturolenses.org/revista_turia/index.php/actualidad_turia/cat/conversaciones/post/emilio-lledo-la-raiz-del-mal-esta-en-la-ignorancia-el-egoismo-y-la-codicia/