Conciencias puras de robot
Los Ejecutivos – María Elena Walsh
La despersonalización es uno de los grandes temas de la actualidad. La algoritmización y la Inteligencia Artificial (IA) acercan y despersonalizan, pierden el contexto y asumen similitudes donde no las hay.
El filósofo Daniel Innerarity, siempre preocupado por la democracia, se ha empezado a preocupar por la IA. Algunas de sus reflexiones son:
- La IA es inteligente porque hace cosas que a nosotros nos cuestan, como calcular, gestionar muy bien una gran complejidad y cantidad de datos o descubrir patrones con facilidad. No es inteligente en el sentido de que no es consciente de lo que sabe. Es decir, no tiene un saber reflexivo, sino reflejo.
- Otra diferencia es que nosotros somos bastante capaces de enfrentarnos a situaciones novedosas, para las cuales no nos han preparado; las máquinas, no se dará, ya que, en principio, hacen aquello para lo que explícitamente se les ha programado.
- Hay cosas que la IA hace muy bien. En el caso de un discurso de inauguración cualquiera, en el que un alcalde tiene entre cinco y diez minutos para decir unas palabras, no se hace una gran aportación intelectual, por lo que seguramente eso lo puede hacer una IA.
- Hay que hacerle las preguntas correctas y hay que saber orientarla en una determinada dirección. La IA no sabrá pensar por ti. No adivinará qué medidas quieres presentar como político o qué decisiones quieres tomar. Pero una vez hemos decidido qué es lo que queremos hacer, hay toda una parte de implementación en la que los robots nos pueden ayudar mucho.
- Hay que distinguir bien entre tareas de las que nos podemos y nos debemos librar y aquellas aportaciones que los humanos podemos hacer de una manera significativa.
Hay una semántica de la IA en curso, una rama avanzada de la IA que va más allá del simple procesamiento de palabras o frases sueltas. Está diseñada para entender el contexto y la intención del lenguaje humano, lo que le permite interpretar y responder con mayor precisión a la comunicación.
La IA semántica es una forma avanzada de inteligencia artificial que se centra en la comprensión del significado y el contexto del lenguaje humano. A diferencia de otros tipos de IA, que están limitados por reglas o patrones predefinidos, la IA semántica tiene la capacidad de adaptarse y aprender de nuevos datos, lo que la convierte en una herramienta más flexible y potente.
Su importancia consiste en su potencial para transformar muchos campos, como la atención al cliente, el análisis de datos y el análisis de opiniones, mejorando la comunicación, la eficiencia y permitiendo una toma de decisiones más matizada. Con los avances acelerados de esta tecnología, cada vez está más claro que la IA semántica desempeñará un papel fundamental en la configuración del futuro de la inteligencia artificial y en el impulso de la innovación en diversos campos.
Las conciencias puras de robot, cantaba María Elena Walsh, un mundo sin culpas, ni siquiera apocalíptico por la falta de trascendencia. Los sagesse y los savants decía Yourcenar, la eterna lucha.
La IA es una tecnología que consume mucha energía y en la que hay más gente humana trabajando de lo que el nombre artificial da a entender. Antes tirábamos piedras, ahora soltamos pájaros, pero seguimos tirando basura.
Expandir la frontera del conocimiento implica revisar y proponer, los paradigmas obstaculizan, generan murallas, hasta el lenguaje de derribo de paradigmas es viejo.
En las fronteras es donde se da el mejor conocimiento.
Y no se trata de dedicarle tiempo al debate y hablar del tema de la IA como si fuera el sexo de los ángeles, hay que dedicar el tiempo a entender, crear y hacer. Y si hay consideraciones éticas, las que las hacen, que tomen control del proceso, hagan las cosas en forma ética y mitiguen los riesgos y los impactos negativos.