Ciudades globales, ciudades en guerra, ciudades de la espera…
Por Dr. Federico de Arteaga. Líder del Proyecto Destino Turístico Inteligente Tequila y Presidente de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de Iberoamérica.
Las ciudades se ven desde distintos puntos de vista, desde la experiencia de la gente, desde su análisis geopolítico, cultural, emocional y vivencial.
Napoleón Bonaparte dijo, “si el mundo fuera un solo estado, la capital debería ser Constantinopla”.
Oleksandr Mykhed en The Language of War volvió al cabo de unos meses a su ciudad; Kyiv, liberada por el ejército ucranio, su casa ya no existía, destruida por un misil horas después de que ellos se marcharan.
Antonio Muñoz Molina cuenta “Me he instalado en esta ciudad para esperar en ella el fin del mundo”.
En The Mole People, Jennifer Toth visita la Nueva York subterránea. Miles de personas viven en los túneles de metro, ferrocarril y alcantarillado que forman las entrañas de la ciudad. Las llamadas «personas topo» que viven solas y en comunidades, en las salas de espera de túneles de metro olvidados hace mucho tiempo y en compartimentos con picos bajo los andenes de los autobuses.
En Hacia la ciudad de umbrales, Stavros Stavrides, expresa “En la creación y el uso social de los umbrales emerge una espacialidad de la emancipación. Las luchas y los movimientos sociales están expuestos a las potencialidades formativas de los umbrales”.
En Planeta de Ciudades Miseria Mike Davis relata; “Según la ONU, más de mil millones de personas viven en ciudades miseria, en favelas, cerros, chabolas, cantegriles, campamentos y barriadas del Sur global. Hay una aterradora producción en masa de la miseria que caracteriza a las ciudades contemporáneas y un crecimiento exponencial de las ciudades miseria”.
En Hospedar/se; Francesco Careri analiza el nomadismo en las ciudades y su tesis es que la arquitectura no nació siendo sedentaria, sino nómada.
Las nuevas maneras de ver las ciudades (smart, fast, happy, ideal, rebel, digital) o de no verlas, de categorizarlas, para hacerlas marketineras o fashion, simplifican para comunicar, pero globalizan para esconder.
Nadie puede pensar que existe una ciudad inteligente en su totalidad, que desde una sola lectura o intervención es posible, abarcar cultura, funcionalidad, servicios, seguridad, espacios públicos, barrios étnicos, espacios fabriles, gente que vive en la calle, inmigrantes y tradiciones locales con sus usos y costumbres.
Controlarlo todo, medirlo todo, ver todo, sin explicar y sin tomar decisiones, no es la forma. Se habla de tiempo real, pero sin una gobernanza y prácticas municipales que permitan actuar sin precisar regulaciones para esa misma actuación, será imposible usar, capaz la mejor de las herramientas, los datos en tiempo real.
¿Inteligente la ciudad que tiene datos en tiempo real y no actúa? Pasa por la reforma del Estado, pasa por desburocratizar procedimientos que obstaculizan el actuar, volver a valorar el tiempo de la gente. Que el Estado permita que esa tecnología, que la IA, que la gente que ejecuta, lo pueda hacer.
Se está en un momento singular y no de los mejores, cuando algo se adjetiva tanto, “inteligente” o “sostenible”, es seguro que no está internalizado, seguro que no se entiende, seguro que se vacía de contenido.
Dickens lo entendía bien; «Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo».
Y algo que no se toma en cuenta; los sentimientos… Cómo canta Fito Páez, “nada te importa la ciudad si nadie espera…” Las ciudades son algo importante si están los afectos; por eso la simplificación del tema ciudad o la visión parcial, impide en un solo concepto abarcarla.
En la medida que se integren los conceptos, se podrá mostrar la complejidad de la ciudad y permitirá entender mejor cómo hacerla un espacio de convivencia.