¿Dónde está la realidad “real”?
Por Dr. Ricardo Mezzera. Experto en Derecho y ciencias sociales, en áreas jurídicas del transporte y del trabajo.
En mi opinión, uno de los libros que trata el dilema más actual de la mejor manera … fue publicado en 1854. Un hombre, con un hacha al hombro y unos pocos clavos en el bolsillo, se internó en un bosque de Concord, Massachusetts, para vivir allí algo más de dos años en absoluto contacto con la naturaleza y lo cuenta en el Walden, la vida en los bosques. Se trata de un libro extremadamente conocido y no es un hallazgo mío en alguna polvorienta biblioteca misteriosa.
Esa experiencia solitaria y fecunda fue particularmente interesante en aquella década de los años setenta, encaminados a que la Naciones Unidas definiera el día internacional del medio ambiente y las conciencias (algunas, al menos) se asomaban desconcertadas a los efectos perversos que el hombre tenía y seguramente profundizaría sobre el medio ambiente.
¿Y por qué puede ser ahora relevante? Porque nos sirve de alerta de que la vida digital nos aleja de la vida, la que celebra Thoreau en el libro que mencioné más arriba. ¿Se trata de empuñar nuevamente un hacha y volver a los bosques?
No. Se trata de entender que la realidad digital, lo que vemos cientos de veces al día en las redes sociales, no es la realidad. O, al menos (podemos conceder) no es toda la realidad.
A las playas de Punta del Este llegan todos los años las ballenas francas australes. Cientos de personas se agolpan al borde del agua y miran el espectáculo…. a través de sus celulares. Me sorprendió una vez una mujer entrada en años que estaba allí, sin teléfono, disfrutando directamente de la realidad con sus pupilas humanas y no con las pupilas electrónicas de los teléfonos. Esa necesidad de capturar el momento con un video para inmediatamente subirlo a las redes y decir estuve aquí parece más importante que vivir el momento en directo, sin intermediarios, y retenerlo en la memoria como han hecho los humanos desde hace miles de años.
No estoy en contra de la tecnología que hace eso posible. Estoy a favor de discernir con claridad cuál es la realidad. Y de seguir considerando que la realidad es el momento único en que vemos las evoluciones perezosas de esos monstruos marinos. Eso no se sustituye con el video, que es solo un registro electrónico. De hecho, es una copia.
¿Cuál es la realidad? ¿La que ocurre verdaderamente o ese intrincado menjunje de circuitos y pulsos eléctricos? Quizás sea un buen momento para aplicar, por ejemplo, este pasaje del Walden:
Un lago es el rasgo más hermoso y expresivo del paisaje. Es el ojo de la tierra; al mirar en su interior, el observador mide la profundidad de su propia naturaleza.
Una selfie de un grupo de amigos no es la reunión en la que se tomó. La experiencia social trasciende la imagen, es más rica, más gratificante. No sea que por inmortalizar falsamente una reunión (porque nada de inmortal tiene el registro electrónico) nos estemos olvidando de vivir en plenitud el momento mismo, es decir, la realidad única de la experiencia social.
Curiosa paradoja la de que en este mundo en el que todo debe ser “ahora”, “ya”, “inmediatamente”, nos comportemos como una versión posmoderna del signo de la rata en el I Ching: preservando para el futuro, acumulando, guardando, atesorando. Los trillones de imágenes fugaces que atiborra el (falso) universo cloud de algún servicio electrónico no valen más que el recuerdo humano, personalizadamente único, la huella afectiva que imprimimos en el mundo.
Dr. Ricardo Mezzera.
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de la República, Uruguay. Vicepresidente del Colegio de Abogados del Uruguay por dos períodos e integrante de su Tribunal de Honor. Socio Fundados de la Asociación Uruguaya de Derecho Ambiental y de la Asociación Uruguaya de Derecho Aeronáutico y Espacial. Se especializa en las áreas jurídicas del transporte y del trabajo. Consultor.
