Turismo: sector sensible a la adaptación de la innovación pero con dificultades para crearla
Desde el punto de vista de la innovación schumpeteriana, no podríamos considerar al turismo como una industria puntera por el factor de la innovación: es un sector con capital humano con poca formación tecnológica y con una estructura empresarial eminentemente minifundista y familiar. Su adaptación tecnológica viene dada, en general, por agentes externos al sector.
A pesar de ello, históricamente el turismo ha sido capaz de adaptarse a las nuevas tecnologías. Podemos recordar lo que ocurrió con el transporte aéreo y las low cost, y actualmente con los nuevos operadores disruptivos del sector, como Airbnb, basados en el modelo de negocio de las plataformas, donde la propia industria turística ha terminado siendo protagonista.
El turismo debe aprovechar la hibridación profunda que ofrecen los sectores tecnológicos con las industrias maduras. Su adaptación continua a este proceso digital ha traído consigo efectos importantísimos sobre el comportamiento de todos sus agentes implicados y en la estructura de la propia industria. Impactos sobre la oferta y la demanda, el ciclo de vida del producto o servicio turístico, en su mercado laboral o en las propias universidades o Administraciones Públicas, que exigen a los investigadores analizar todos estos efectos provocados por las nuevas tecnologías en elementos micro y macroeconómicos, además de reinterpretar los principios de la teoría económica del turismo en aspectos como la competitividad, la toma de decisiones del turista o la fijación de precios.
En relación con esto, es clave el papel de los investigadores en este proceso digitalizador del sector que trae consigo este nuevo ciclo de investigación turística, ya que estos deben enfrentarse al enorme reto que plantea la IA el Big Data y el enorme volumen de su heterogénea información, pudiendo contribuir así a una mayor comprensión del nuevo paradigma tecnológico en el que está inmerso el turismo.
Desde hace algunas décadas el sector turístico experimenta una transformación imparable hacia la digitalización, afronta nuevos retos en la colaboración público-privada para poder compartir información y datos. Estos cambios se potencian fundamentalmente para mejorar la calidad de vida en los destinos, así como su rentabilidad y sostenibilidad a partir de la innovación.
Si bien es cierto que España presenta un entorno innovador moderado dentro de Europa y que ésta es hoy por hoy menos innovadora que Estados Unidos o China, la apuesta por el conocimiento se hace esencial para garantizar avances en innovación. No se trata solo de liderar flujos turísticos sino de generar y transferir conocimiento turístico para gestionarlos mejor.
Un cambio en los indicadores de competitividad turística del Foro Económico Mundial (WEF) y España pierde la posición de liderazgo. Así ha sucedido al evolucionar desde el Índice de Competitividad en Viajes y Turismo (TTCI), cuyo ranking de Competitividad Turística ha encabezado España desde 2015, al reciente ranking de acuerdo con el Índice de Desarrollo de Viajes y Turismo (TTDI) 2021, que permite comparar y medir el comportamiento del sector turístico de los países, posicionando mejor a aquellos que posibilitan un desarrollo sostenible y resiliente del sector que, a su vez, contribuye al desarrollo del país. No en vano el eslogan al presentar el nuevo índice es: “Reconstruyendo para un Futuro Sostenible y Resiliente”. Aunque podrían enumerarse múltiples razones, ya solo por este cambio de indicador es pertinente repensar el modelo.
El liderazgo competitivo pasa por atraer y retener talento en clave digital, generar el adecuado ecosistema de innovación que facilite el surgimiento, crecimiento y financiación de empresas innovadoras que, basadas en la economía del conocimiento, rejuvenezcan y lideren el sector turístico.
En definitiva, un modelo turístico sostenible, basado en el conocimiento, en el que las tecnologías de vanguardia son el complemento esencial para mejorar la gestión empresarial, la competitividad de los destinos y el bienestar de turistas y residentes.
El proyecto de investigación propone examinar las repercusiones del proceso de innovación y transformación que vienen afrontando los destinos turísticos, definiendo nuevos indicadores para abordar el análisis, identificando casos de éxito que puedan considerarse de especial relevancia en el contexto de superación de las consecuencias de la pandemia, y valorando cómo la adaptación competitiva de los destinos turísticos revierte sobre la sociedad, con especial hincapié en los aspectos más relacionados con la sostenibilidad del turismo, en los términos en que la Organización Mundial del Turismo los define. En particular, nos centraremos en cómo afecta el grado de digitalización a la brecha salarial y educativa entre hombres y mujeres, los efectos de la innovación turística sobre la distribución de la renta, la saturación provocada por la nueva oferta turística y las posibilidades de la inteligencia artificial para dar respuesta a este problema.