Repensar la gestión del destino turístico | Libro Tequila Inteligente
El marco conceptual de los Destinos Turísticos Inteligentes integra distintos componentes estratégicos y operativos de indudable relevancia para la gestión del territorio turístico. Como modelo teórico, genera un espacio de gran interés para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta el turismo en la actualidad. Sin embargo, su traducción práctica en planes de actuación concretos está mucho menos desarrollada, existiendo una gran variedad de destinos turísticos que utilizan el paraguas de «Destinos Inteligentes» más como una marca que como una metodología de utilidad contrastada. En cualquier caso, se trata de un modelo en proceso de construcción que resultará paulatinamente modificado en los próximos años, conforme se disponga de mayores y mejores evidencias empíricas sobre su funcionamiento real.
En secciones anteriores se ha esbozado un conjunto de críticas a este marco teórico, entre ellas las siguientes:
- Se ha favorecido un enfoque más operativo que estratégico, con esquemas de gobernanza débiles y plazos de implementación excesivamente cortos, muy condicionados por la coyuntura política y la necesidad de resultados a corto plazo. La transformación de un destino turístico es un proceso iterativo que requiere tiempo, ajustes graduales y dinámicas de aprendizaje asadas en ejercicios de prueba y error. Precipitarse en el proceso acelerando los tiempos puede tener un efecto muy negativo en el comportamiento y expectativas de los actores. No existen varitas mágicas que transformen un destino de la noche a la mañana.
- Las limitaciones de la tecnología como catalizador de transformaciones en el destino y las consecuencias negativas o imprevistas que puede tener el desarrollo de proyectos tecnológicos no son suficientemente contextualizados.
- La falta de políticas públicas adaptadas a las características específicas de cada destino turístico. Los proyectos de Destinos Turísticos Inteligentes promovidos por el sector público son cortoplacistas y están afectados por sesgos tecnológicos. Se prima el producto sobre el proceso, el resultado sobre el aprendizaje.
- El rasgo «inteligente» como marca paraguas para posicionar y comercializar el destino en clave de modernidad, con más pompa y circunstancias que impacto real en el destino.
- El énfasis en la competitividad económica frente a otros indicadores de output.
- El marco temporal, acelerado y cortoplacista, en el que se desarrolla.
- La necesidad de reforzar el carácter participativo de los procesos de reflexión estratégica sobre Destinos Turísticos Inteligentes desde varios ámbitos: mejorando la calidad delproceso deliberativo, permitiendo que los actores puedan disponer de información de forma anticipada, extendiendo el tiempo de duración del proceso e identificando actores emergentes que muchas veces no resultan convocados porque no forman parte de las asociaciones que nuclean el sector turístico.
- La necesidad de continuar promoviendo estudios que permitan entender mejor la conexión de los Destinos Turísticos Inteligentes con las dinámicas de innovación social presentes en el territorio. En este ámbito, es necesario poner en marcha proyectos de experimentación y prototipado de soluciones, con el objetivo de mejorar la capacidad del destino de generar procesos de aprendizaje. Los errores cometidos y las dificultades que aparezcan resultarán de suma utilidad para un proceso de planificación estratégica blanda y flexible que irá acumulando capacidades de forma iterativa, por prueba y error.
- Situar al ciudadano en el centro del destino turístico junto con el visitante, estableciendo un balance más equilibrado que el propuesto por la definición establecida por SEGITTUR, que caracteriza al Destino Turístico Inteligente como «un espacio innovador, accesible a todos, apoyado en una estructura tecnológica de vanguardia, que garantiza el desarrollo sostenible del territorio turístico y facilita la interacción e integración del visitante con el entorno, incrementando la calidad de su experiencia en el destino». Como se observa en esta definición, el centro del destino es el visitante.