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Ciudades en acción superan la languidez emocional

Ciudades en acción superan la languidez emocional

Por Julio Diez Testa, mindfulness coach, autor y creador del master Mindfulness de 10.

Una ciudad mindfulness es una ciudad inteligente. Si a esto le sumamos que pueda aceptar, ponerle nombre y entender sus emociones de manera colectiva, como una ciudadanía que tienen una psicología y un estado emocional conjunto, ¡mejor!

Investigadores en las ramas de la neurociencia, la psicología y la sociología, están midiendo el impacto que la pandemia ha dejado a nivel mental y emocional. En esta tarea se ha descubierto e identificado una nueva emoción: la languidez.

En el marco de los aislamientos llamados “cuarentenas”, la pérdida de fuentes de trabajo, la adaptación a nuevas formas de ejercer actividades socioeconómicas, entretenimiento, salud y de relaciones afectivas, así como la disminución drástica de la movilidad social en lo económico y, literalmente, en la capacidad de desplazarse, han generado un común estado emocional que muchos lo describen como “vivir sin rumbo”.

Esta vida sin sentido ha adquirido rutinas que no parecen tan evidentes, pero que son un sello inconfundible de la languidez. Algunas que se consideran parte de esta emoción son:

-falta de concentración,

-ausencia de interés que se resume en ese apático “…para qué”,

– hartazgo inconsciente

– sensación de vacío y estancamiento

– falta de alegría

– perdida del rumbo como un sentido y orientación en la vida

– exceso de horas sin hacer nada o haciendo, pero sin poner atención

– cambio en las rutinas de sueño; desvelos nocturnos y despertares tardíos

Esta puede ser la emoción por la que estén atravesando millones de personas en todo el mundo y que se pueden acentuar específicamente en diversas comunidades y ciudades al interior de los países.

La pandemia se prolongó y la esperanza de que todo volviera a ser como antes se ve tan lejana como imposible. Esto pronuncia esos sentimientos de desinterés por vivir, emprender, crear, jugársela una vez más y motivarse por lo que sigue.

¿Qué es languidecer?

Languidecer es un fenómeno que no se da de la noche a la mañana y que tampoco es obvio. Este estado conlleva la baja de la motivación, reducción del deseo y el placer, autoaislamiento (aun pudiendo integrarte con más personas), vertiginoso camino hacia la soledad, imposibilidad de ver el propio sufrimiento y dificultad en pedir ayuda o ayudarse.

Si lo extrapolamos, esto podría estar pasando colectivamente y también estaríamos languideciendo en nuestras familias, comunidades, ciudades y todo lo que involucre una mente colectiva.

Como resultado del languidecer, las consecuencias a mitigar –en lo personal y colectivo- son la falta de atención, la desmotivación, el tiempo improductivo, la carencia de proyectos personales y grupales, la impotencia para gestionar el entusiasmo y la caída en un vacío aciago donde mente, emociones y la misma salud física, parecen no encontrar el fondo o la salida.

Corey Keyes es un sociólogo y psicólogo estadounidense de la Universidad Emory de Georgia y es quien acuñó este término tras observar grupo de personas que ni estaban deprimidas ni prosperaban. Corey, conocido por sus trabajos en psicología positiva, ha publicado su investigación de diversas formas y su primera utilización del término languidecer, asociándolo con una emoción fue en su publicación “The Mental Health Continuum:From Languishing to Flourishing in Life (2002)”. Este sería el precedente que muchos estábamos buscando para poder ponerle nombre a la emoción preponderante del 2021.

Su investigación señala que las personas con más probabilidades de padecer depresión grave y trastornos de ansiedad en la próxima década no son las que presentan esos síntomas en la actualidad. Son las personas que languidecen ahora mismo.

Recuperarnos de la languidez

El mindfulness tiene mucho para aportar para sobrellevar este momento y dejar de languidecer. Con mis grupos de meditación y mis actividades de coaching para el desarrollo humano, he podido identificar acciones concretar para salir de la languidez en lo personal y colectivo:

  • Meditar y desarrollar la agudeza sensorial; la capacidad de observar o detectar pequeños detalles para ser conscientes de lo que ocurre dentro de nosotros y a nuestro alrededor.
  • Observar qué sucede con nuestro entusiasmo, qué hacemos con nuestro tiempo, qué emociones son las preponderantes y qué acciones tomamos cuando estas aparecen.
  • Recuperar la atención plena. Fijarnos horas pautadas, esquemas de tiempos donde la concentración en lo que hacemos sea máxima y que tenga continuidad y repetición; volver al hábito.
  • Productividad en tiempo y forma. Requiere que destinemos un tiempo acotado para ser productivos cumpliendo con actividades puntuales que estén finalizadas al cabo de un período y que estas no tengan distractores durante su ejecución.
  • Creatividad para motivarse. La fuente de la motivación son las ideas y la creatividad hace que este mundo nos entusiasme. Más allá del tema donde pongamos a funcionar la creatividad y generación de ideas, lo importante es tener activa la mente en este sentido.
  • Encontrar productividad en lo cotidiano. Hacer de las tareas más simples trabajos que tengan una finalidad que produzca cambios notorios para la persona y el entorno y nos permitan sentirnos útiles.
  • Sumando creatividad, ideas y motivación, desarrollar proyectos personales en cualquier aspecto de la vida, nos permitirá sumergirnos en este proyecto y recuperar interés, ganas, voluntad, pasión, alegría, capacidad, esperanza y fe. Doy prueba de ello, muchos de mis alumnos del Master Mindfulness de 10 crearon para sus familias, empresas o grupos de relación programas de meditaciones específicos para impulsar a sus pares.

 

Si nos mantenemos fluidos y prestando atención plena a cómo vamos relacionándonos con el mundo de la mente y las emociones, dejamos de languidecer. Esto nos proyecta socialmente y hace que nuestra ciudad se vea impactada por recuperarse a sí misma y encontrar más inteligencia y resiliencia que en el pasado.

Hoy una ciudad deja de languidecer cuando su población puede gestionar el conocimiento de esta emoción y tomar cartas en el asunto.

A nivel institucional, es clave que se conozca la sensación de “no tener rumbo” para apostar más que nunca a los proyectos. En lugar de cautela (la forma secreta de languidecer), vayamos por: ¡acción! ¡fluidez! ¡inspiración! ¡riesgo! ¡creatividad!

Esta es la gran oportunidad de ser mejores que antes, más inteligentes, más sabios.

 


Julio Diez Testa.

Es autor y coach de meditación mindfulness. Actualmente dirige MD10 Espacio y juliodieztesta.com También realiza entrenamiento empresarial en mindfulness y eventos de bienestar para marcas y público en general. Su carrera incluye estrategias de comunicación sustentable y la responsabilidad social corporativa. Estudió Comunicación Social, se especializó en política y economía. Así mismo, tiene un master en Desarrollo Sostenible, Energías Renovables y Responsabilidad Social Corporativa. Se destaca su carrera en la publicidad en México. En televisión debutó en HINT TV y Azteca en el programa Vida y Salud con una cápsula de meditación. Es conductor de Renovación al 10 y da clases que son de una verdadera transformación para quien asiste.

contacto@juliodieztesta.com

Instagram @juliodieztesta

 

 

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