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Conocer las ciudades – ¿hay una ciudad real?

Conocer las ciudades – ¿hay una ciudad real?

Por Federico de Arteaga. Ex Director Grupo JB-Cuervo. Experto en Ciudades, Destinos Inteligentes, en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.

 

“Aquellos viejos que eran la sal de los pueblos, que sabían cómo se llamaba cada planta, cada árbol, cada pájaro…”

Miguel Delibes

 

“We are mere explorers of infinity in the pursuit of absolute perfection”.

Thomas Hardy

 

Seguramente entre estos dos pensamientos esté la ciudad que buscamos. No es uno ni el otro, cada vez más la convivencia es posible, el tiempo del maniqueísmo termina y empieza el tiempo biológico, de la interrelación, de la posibilidad. Exploramos y nombramos en la misma ciudad para conocer la ciudad.

Las ciudades no se pueden ver objetivamente. Hay una relación personal con cada ciudad, uno va por amor a visitarla, o va por trabajo, o vive y muere. En las ciudades uno tiene sus preferencias y sus querencias, en una maduración de entendimiento, de complicidad.

Ciudades lluviosas, enormes, medianas, mirando un río, inseguras o barriales. Todas las ciudades son distintas, todas las ciudades tienen alma, tienen colores y una combinación de gente que se mezcla más o menos; tiene mercados y comisarías, teatros, gastronomía y bares.

Las ciudades no son abstracciones, cuando se han hecho abstractas, se han vaciado de contenido, solo han sido el ideario de urbanistas y planificadores. Ninguna ciudad es real, a menos que los edificios, los monumentos, las calles, la escenografía sea lo real. Para cada uno las calles representan algo, más allá de sus nombres, las esquinas, los árboles, las plazas.

Las ciudades son tiempo y memoria, arte. Cada 16 de junio, desde hace más de cincuenta años, Dublín, recrea el universo de James Joyce en el llamado Bloomsday; Santa María de Onetti es Montevideo y Chanel es París, Arlés inspiró a Van Gogh y New York a Woody Allen.

Juan Ramón Jiménez decía: “Andando. Dejad atrás los caballos, que yo quiero llegar tardando”. A las ciudades se llega de distintas maneras, se vuelve de otras y se queda cuando el tiempo es el correcto.

Las ciudades son conexiones y redes digitales, sociales, de infraestructura, de comunicaciones, geográficas, y sobre todo son complejas. El concepto smart city ha tratado de simplificar, de resetear y de olvidar. Ha hecho parecer comprehensivo su enfoque, que es específico: si de lo que se trata es que los servicios sean más eficientes, que existan economías de escala en inversiones, que se puedan analizar millones de datos, que se logre una percepción de seguridad, es lo que hay que comunicar y comunicarlo en su esencia. Las ciudades inteligentes no han sido holísticas en su implementación ni abarcativas; no han salido de los núcleos urbanos, no han abarcado la ciudad entera, porque la ciudad son las favelas, los slums, las fronteras.  Nadie pretende tener slums inteligentes, pero si reconocer que son parte de la ciudad y que lo smart no lo contiene, por eso el concepto Destino Turístico Inteligente (DTI) es más claro.

Los DTI integran inteligencia tecnológica y no tecnológica en el espacio turístico de una ciudad. Está definido el espacio geográfico y definida la función. Se puede trabajar en ese espacio, generar infraestructura, conectar redes, definir espacio público, entender la capacidad de carga, generar modelos de prevención y de negocio, todo con medición de resultados y de impacto para generar competitividad turística, bienes públicos, de responsabilidad social, privados y de convivencia en un marco de complejidad con gobernanza.

Existe cada vez más marketing de ciudades, desde ópticas diferentes, desde disciplinas que no convergen, búsquedas que terminan en miopía. Solo la complejidad es holística, solo en la complejidad entenderemos las ciudades.

La complejidad es el gran tema del siglo XXY decía Stephen Hawking, y no estamos preparados para ello. Por su parte, Sheila Jasanoff ha llamado “tecnologías de la humildad” a la manera institucionalizada de pensar los márgenes del conocimiento humano; lo desconocido, lo incierto, lo ambiguo, lo incontrolable; reconociendo los límites de la predicción y del control. Si vivimos en incertidumbre sistémica, hay que pensar en términos sistémicos y la inteligencia aplicada a las ciudades no es suficiente. Y si no pensamos en la frontera, que es la forma de expandir conocimiento, no comprenderemos las ciudades.

 Jean Cocteau nos da una idea de la intimidad que tenemos con la ciudad…

“Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

 -Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.”

Las ciudades son también el destino.

 

 

 

 

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