Gobernar la paradoja: ¿Comprar Bonos de Carbono es un permiso para seguir contaminando?
Por Federico de Arteaga. Director de Planeación en Grupo JB-Cuervo. Experto en Ciudades, Destinos Inteligentes, en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.
Existen voces de juristas ambientalistas que se han alzado contra la venta de bonos de carbono a empresas que contaminan. Arguyen que es una visa para seguir contaminando.
Hay empresas que son contaminantes per se: una aerolínea, un hotel con aires acondicionados y calefacción, fábricas…
¿Qué hacen esos negocios, entonces? ¿A una vaca se le niega su fisiología? Entonces todo cierra, la gente no vuela, los bienes no se distribuyen, rifle ambiental para el ganado. Es ese absolutismo inmovilizante que, ya que no se puede hacer todo, no se hace nada. No es que conceptual y moralmente no puedan tener razón… pero tampoco tienen propuestas.
El cambio climático y la contaminación por CO2 han puesto de manifiesto la importancia de la huella de carbono que dejan las industrias, los eventos, el turismo y la ganadería, entre otros.
Un ejemplo simple sería que la Empresa A le vende bonos de carbono a la Empresa B. Entonces, A debe haber no solo calculado su huella de carbono, sino haberla mitigado para poder vender sus bonos de carbono a la empresa B que, por su propia actividad y su imposibilidad de contar con mecanismos de mitigación total, no está en condiciones de generar los bonos de carbono al nivel que le permita su propia mitigación.
Otro ejemplo es Mundo Cuervo; ha dimensionado su huella de Carbono y la mitigación se dará: i) en base a bonos de carbono de los agaves y ii) en base a un plan de recambio de equipamiento e incorporación de paneles solares, entre otras soluciones.
Como en todo, hay maduraciones y simultaneidades. Se debe, pues, empezar con todos los mecanismos que se pueda mientras maduran las sociedades, los consumidores, los industriales y los gobiernos. También el tercer sector y los líderes locales que deben apoyar un modelo de cambio, ser agentes de cambio, y no opinólogos en el discurso permanente.
Lo fundamental es saber de qué tamaño es el animal en cada sector, en cada actividad. Si no se empieza por dimensionar la huella de carbono, si no se analizan las opciones de mitigación, si no se accionan activos dormidos, si no se complementan las acciones entre las industrias menos contaminantes hacia las más contaminantes a través del canje o venta de bonos de carbono, las contaminantes seguirán siendo contaminantes sin que se les de descanso y opciones desde la opinión pública, y desde el “todo o nada”.
Existen responsabilidades diferentes a nivel mundial, nacional, estatal y municipal; también desde lo privado, academia, tercer sector; desde lo familiar e individual. Una nueva generación mucho más consciente a todos estos niveles está estudiando, decidiendo, tomando las riendas de las empresas, de los gobiernos. La tendencia es al cambio, a la mejora de estos temas, y a la generación y diseño de nuevas herramientas para el combate al cambio climático.
Los temas éticos siempre estarán arriba de la mesa, pero lo que importa es qué grado de pragmatismo o de escepticismo estamos dispuestos a aceptar para avanzar, madurando el tema, coordinando acciones, generando compromisos reales … o impidiendo y frenando hasta que todo sea puro y cristalino.
En otras palabras a qué Concilio nos aferramos; y por supuesto siempre los puristas e idealistas han tenido. razón; pero poca.