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La ciudad sin entrada ni salida

La ciudad sin entrada ni salida

Por Federico de Arteaga. Ex Director Grupo JB-Cuervo. Experto en Ciudades, Destinos Inteligentes, en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.

 

“La verdadera selva, la que no tiene entrada ni salida”.

Aquiles o el guerrillero y el asesino. Carlos Fuentes

 

Como dice Mathew May en su libro En busca de la Elegancia “Los asiáticos ven una jungla en la que coyunturalmente hay un elefante. Los americanos ven un elefante sin tener en cuenta la jungla”.

Las ciudades no tienen entradas ni salidas, las ciudades son espacios y flujos de intercambio, de accesos, de negaciones y conectografía.  Depende quién las mira, verá cosas diferentes. Y ese es uno de los temas de las ciudades, cómo mirarlas, desde qué punto de vista. La literatura es muy variada en estos términos, hay libros sobre las ciudades miseria o slums, la ciudad de umbrales, las felices, desde la cultura, desde la historia, desde la ciencia, entre otras.

Todas esas lecturas llevan a la “miopía de taller”, no porque sea un error cada enfoque, sino porque es insuficiente. Repensar la pobreza, la decarbonización, la sostenibilidad, la gobernanza, la seguridad, todos temas cruciales, que de una vez por todas deben pensarse y gestionarse en su complejidad, a través de modelos, con interoperabilidad y economías de escala.

Ignacio Alcalde y Gracia Cid hablan de ciudades con alma, de una escala de ciudad mediana donde se recupera la posibilidad de logro del sistema, priorizando la identidad y las personas. Neri Oxman habla de la conjunción entre átomos, bits y genes para la innovación en lo urbano. Las ciudades se están armando en clusters, ya no basta definir una ciudad compacta lo que debe ser compacto es el cluster como el de San Sebastián, Vitoria y Bilbao en Euskadi.

Y más cerca, más pensando en las necesidades de la gente, la accesibilidad en la ciudad es otro elefante en la selva, 100 millones de personas en el mundo tienen algún tipo de discapacidad: una de cada 7 personas en el planeta. Se ha estimado que 8 años de la vida, la gente la vive con alguna discapacidad, el 11% de su vida. A esto sumadas las dificultades de movilidad: personas con bultos, cochecitos de bebé, obesos, ancianos, enyesados… Para todos ellos hay barreras físicas, de comunicación, actitudinales y tecnológicas. Este es un reto de la inteligencia no tecnológica. La accesibilidad es imprescindible para el 10% de las personas, necesaria para el 40% y cómoda para el 100%. Son temas no resueltos en la mayoría de las ciudades.

En todos estos temas un desafío es la atribución; es decir; cómo atribuir al proyecto los cambios que se efectúan en el turismo y los ODS y en la ciudad.

Y cuando se analizan realmente los pilares de un Destino Inteligente, un análisis estático permite considerar 5 temas, pero si se lo analiza en términos de proyectos se pueden ver al menos 15, dada la transversalidad y la simultaneidad. El sistema vuelve a buscar su lugar.

La ciudad es una selva de proyectos, lo que hay que lograr es que sea un sistema de proyectos, sin entradas ni salidas, creciendo orgánicamente, muriendo y naciendo, accionando lo que la ciudad pide, no perdiendo de vista los valores de la sociedad, la autenticidad, la visión necesaria sobre qué tipo de ciudad puede y quiere ser, no la reproducción lineal de la que fue. Un sistema de soluciones para un sistema de problemas.

 

 

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