La comunidad al centro de la decisión en las ciudades inteligentes.
La pandemia ha visibilizado dos condiciones que deberían ser comunes en todos los gobiernos: tomar decisiones basadas en evidencia e incorporar la participación ciudadana en sus planes de gobierno.
Por un lado, se ha demostrado que, para tomar decisiones sobre la salud y la economía de las personas, sólo por mencionar algunos temas, los gobiernos deben conocer las características de la población, de su territorio y de sus actividades. De lo contrario, cualquier resultado estaría sujeto a la suerte de la población.
Por otro lado, ha quedado claro que los gobiernos requieren legitimar sus decisiones con el apoyo y sustento de la población. Independientemente de las características políticas y de gobierno, las autoridades requieren escuchar a la población y darse a conocer con ella, para que los resultados de sus acciones tengan mayor incidencia, mejores resultados y mayor respaldo de quien debiera estar al centro de las decisiones: la comunidad.
El reto no es sencillo, pues a pesar de describirse de una manera sencilla, se requiere contar con los mecanismos y herramientas que aseguren disponer de información y análisis, así como abrir espacios de participación para la ciudadanía y organizar sus esfuerzos e intenciones.
Hoy la tecnología y la innovación juegan un papel muy importante como herramientas para generar y analizar grandes cantidades de datos en la era de la masificación de la información, pero también se han posicionado como herramientas para habilitar la participación ciudadana y su democratización.
¿Por qué?
Porque la tecnología bien implementada puede ayudar a sistematizar y homologar procesos para la obtención de información en diversos formatos como audio, video o texto, inclusive a capturar información que antes no se concebía. Y porque la innovación bien entendida puede ayudar a que la recopilación y análisis de dicha información pueda cambiar y mejorar la forma en que interactúa la población con su entorno, que los gobiernos puedan dirigir de manera diferenciada sus acciones, según las necesidades de la población, y que se puedan administrar los recursos de una manera eficiente.
¿Cómo lograrlo?
Existe el modelo de ciudades inteligentes, aquellas que, con base en el uso de tecnología y de innovación, promueven el desarrollo sostenible de las ciudades y la mejora de las condiciones de vida de la población. Dichas ciudades identifican la complejidad en su interacción y plantean soluciones a las autoridades para mejorar la provisión de los servicios públicos, mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la administración de riesgos y crear espacios incluyentes. Adicionalmente, son resilientes, pues generan las condiciones necesarias de adaptación ante riesgos que puedan interrumpir de manera abrupta la cotidianeidad de la ciudad.
Estrategias como la implementada en Tequila, Jalisco, están impulsando el desarrollo de ciudades inteligentes en México. Tequila se ha convertido en el primer Destino y Pueblo Mágico Inteligente en 2020, con miras a ser una Ciudad Inteligente hacia 2040.
Tequila ha logrado incorporar un plan estratégico que va más allá de las adiministraciones municipales, con la vinculación de un consejo de desarrillo integral (CODIT), en el que participan gobiernos, sociedad y empresas, dando estabilidad a los proyectos ante los cambios políticos, económicos y sociales.
Bajo un enfoque integral, se están agregando acciones en materia de sustentabilidad, educación, movilidad, entre otras, con el uso de tecnologías que permiten darle escalabilidad y sustento al proyecto de ciudad inteligente. Por ejemplo, están monitoreado en tiempo real información sobre desechos o sobre tráfico, se están creando condiciones educativas para la niñez y la juventud del municipio con miras a potenciar sus habilidades laborales, se está compartiendo información entre gobierno, sociedad y empresas para impulsar la economía local, se está generando una gestión de los flujos turísticos sin comprometer las capacidades de los recintos, entre muchas más actividades.
Tequila se ha posicionado como una hoja de ruta, sobre el quehacer político, social y empresarial en la construcción de mejores condiciones de vida para la comunidad, asegurando estabilidad, crecimiento y desarrollo para la población local y oportunidades de recreación e inversión para poblaciones externas.
Aún tiene un largo camino por recorrer y asegurar que, ante los fenómenos globales con incidencia local que hoy vive el mundo, como las pandemias, los avances tecnológicos acelerados, el cambio climático, los movimientos sociales, así como la gentrificación, Tequila pueda sostenerse como un destino, pueblo y, eventualente, ciudad inteligente.
De lograrlo, Tequila puede ser muestra clara de cómo los gobiernos pueden integrarse a un ambiente de toma de decisiones basadas en evidencia, de participación social efectiva, del uso productivo de las herramientas tecnológicas y la innovación y de la colaboración multisectorial que se requiere para mejorar las condicones de vida de la población, teniendo en el centro de las decisiones a las comunidades.
La pandemia ha cambiado nuestra forma de vivir y de entender las cosas. Debemos aprovechar el escenario para posicionar estrategias de innovación, encaminadas a recomponer lo que se ha hecho de manera deficiente y de apuntalar lo que es eficiente. Si se decide desarrollar el modelo de ciudades inteligentes en México, estará optándose por tomar decisiones basadas en evidencia, por mayor participación ciudadana en los asuntos de la ciudad, por centrar las decisiones en la comunidad y por asegurar un futuro más promisiorio para la población.