Smart Cities y Gobierno Digital.
Por Rogelio Tejada.
Las Smart Cities se caracterizan por el uso exhaustivo de las tecnologías de la información y comunicaciones para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de manera sustentable. Una Smart City combina y comparte datos heterogéneos obtenidos por dispositivos inteligentes (sensores) integrados a su infraestructura, a vehículos, dispositivos personales, incluso a personas. La finalidad es generar perspectivas novedosas de funcionamiento de las ciudades y proveer servicios en todo lugar y en todo momento, dando información a la ciudadanía que les permita acceder a los servicios públicos, mejorar la movilidad y la seguridad, recibir servicios eficientes y de calidad, detonar la actividad comercial y estar preparados ante desastres naturales.
El Índice Cities in Motion 2019 (ICIM) generado a partir de un estudio que publica, por sexto año consecutivo, la IESE Business School ( https://media.iese.edu/research/pdfs/ST-0509-E.pdf ), analiza 174 ciudades de 80 países. De acuerdo a este índice, las ciudades de Londres, Nueva York y Ámsterdam son las más inteligentes del mundo. El índice contempla nueve dimensiones de desarrollo: economía, capital humano, cohesión social, medio ambiente, gobernanza, planificación urbana, proyección internacional, tecnología y movilidad, y transporte. Sin embargo, es importante reconocer que cualquier modelo de ciudad inteligente debe estar orientado totalmente hacia el ciudadano. Colocar al ciudadano en el centro, garantiza su éxito.
De las nueve dimensiones mencionadas, la dimensión de gobernanza es clave, y se logra cuando la intervención del Estado es eficaz y de alta calidad. Entre los diferentes indicadores pare medir la gobernanza destacan tres:
El primero es el índice de percepción de la corrupción, medido por Transparencia Internacional. Se trata de una medida directa de la eficacia del Estado en proveer soluciones y servicios a la ciudadanía. Un Estado sin corrupción otorga servicios a menores costos para los ciudadanos. Mientras mayor la percepción de corrupción, mayor la falta de certeza de los ciudadanos en cómo se usan los recursos del Estado en beneficio de la misma ciudadanía.
Un segundo indicador es el índice de transparencia, el cual considera si el gobierno cuenta con una plataforma de datos abiertos, medido por la Fundación CTIC y Open World Bank. La plataforma de datos abiertos representa un canal de comunicación con el ciudadano, así como con una plataforma para la creación de nuevos modelos de negocio en las ciudades.
Finalmente, está el índice de desarrollo del gobierno electrónico (EDGI), medido por Naciones Unidas, que mide qué tanto las ciudades utilizan las tecnologías de la información para temas de inclusión y acceso, claves en el relacionamiento gobierno-ciudadanos. Para este indicador se consideran dos dimensiones importantes del gobierno digital: Ofrecer servicios en línea a los ciudadanos, y conectividad, ambos influyen de manera directa en el nivel de desarrollo de las ciudades. Adicionalmente, mediante herramientas tecnológicas los gobiernos deben fortalecer su posición administrativa respecto a las finanzas públicas y asegurar los presupuestos para garantizar los servicios al ciudadano.
Los indicadores de gobernanza mencionados, pueden ser sólidamente fortalecidos con la información que diferentes sensores implementados en una ciudad inteligente proveen a los gobiernos. Sin embargo, para una mejor gestión de la información, el Estado debe contar con un robusto plan de gobierno digital, que además eficiente la administración y cuente con nuevos modelos organizativos y de atención. Con el análisis de los datos obtenidos, la intervención del Estado será puntual y fortalecerá su posición como el facilitador que permite al ciudadano ejercer sus derechos sociales (derechos de seguridad económica y bienestar), civiles (derecho a expresarse, a la propiedad y al pensamiento) y políticos (derecho de participar en el ejercicio del poder político por medio del voto); así como desarrollar todo su potencial social, creativo, económico y de bienestar.
El nuevo entorno digital ofrece oportunidades para que las relaciones sean más colaborativas y participativas, permitiendo a las partes interesadas como los ciudadanos, las empresas y las organizaciones no gubernamentales, dar forma a las prioridades políticas, colaborar en el diseño de los servicios públicos y participar en su entrega proporcionando soluciones más coherentes e integradas a retos complejos.
Para lograr la transición de un gobierno tradicional a un gobierno digital, la estrategia es enfocar todas las decisiones y el diseño de la nueva forma de gobierno, en el ciudadano como usuario de los servicios públicos y como la máxima prioridad. Esto implica mejorar su experiencia en la interacción con el gobierno. La tecnología es un facilitador fundamental que permite que la transición hacia el gobierno digital sea más suave.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desarrolló un modelo de gobierno[1] que facilita esta transición, e identificó los aspectos claves para lograrlo:
- Definir una figura de alto rango dentro del poder Ejecutivo que guíe y de dirección a los procesos de digitalización como ente rector de carácter colegiado (Chief Information Officer CIO)
- Colocar en el centro de los procesos de modernización del Gobierno, una política pública que de sustento y regule las tecnologías de la información (TI)
- Diseñar un marco normativo coherente y de largo plazo que considere todos los elementos asociados a las TI. Los elementos que este marco regularía son: ciberseguridad, protección de datos personales, datos abiertos, entre otros.
- Incorporar la práctica y el concepto de servicios compartidos del estado en lo que respecta a recursos de TI. Se trata de crear un área que centraliza y provee los servicios tecnológicos de manera homogénea y con las mejores condiciones, a todas las demás dependencias del gobierno.
- Crear una política de educación tanto al interior de la administración gubernamental, como a los ciudadanos que asegure la visión compartida de un gobierno digital al servicio de la población.
Sin embargo, en el corto plazo, es necesario comenzar estableciendo tareas tácticas de control interno; definiendo funciones y responsabilidades; así como, dando seguimiento, mejora y estandarización a los procesos gubernamentales. La entidad gubernamental debe contar con herramientas tecnológicas que impulsen la gestión de estas iniciativas.
Finalmente, la educación y desarrollo de capacidades en los gobiernos son procesos clave para el éxito de una Smart City. Y, además, en países emergentes como México, es prioritario que la transición se detone en la unidad mínima de la jerarquía gubernamental, es decir, en el municipio.
[1] https://www.ica-it.org/images/publications/Insights-and-Guidance-on-Delivering-Citizen-Services-through-Open-Data-and-User-Centric-Design.pdf
Rogelio Tejada.
Desarrolla proyectos de Tecnologías de Información, Infraestructura y Telecomunicaciones que habilitan tecnológicamente a las organizaciones. Fue Director General de Tecnologías de la Información (Chief Information Officer) en la Oficina de la Presidencia de la República del 2013 al 2018. Las decisiones tecnológicas estuvieron alineadas con la Estrategia Digital Nacional que promovía la adopción y desarrollo de las TIC’s, y gobierno digital para insertar a México en la Sociedad de la Información y el Conocimiento.
En sus más de 25 años de experiencia trabajando para empresas como Ericsson y Lucent Technologies, ha desarrollado proyectos tecnológicos de gran escala en redes celulares, de telecomunicaciones y datos para los principales operadores del país, E.U. y Latinoamérica (ATT, Verizon, América Móvil, Telefónica, Telmex, etc). Antes trabajó en proyectos tecnológicos para General Motors en Delphi Electronics.
Rogelio Tejada es Ingeniero Físico por el TEC de Monterrey, Maestro en Economía y Negocios por la Universidad Anáhuac y Diplomado en Administración Pública por la Universidad Autónoma del Estado de México.