Ciudad abierta, ciudad digital
Entrevista a Daniel Sarasa, Director de Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, Urban Innovation & Smart City Strategist y autor del libro ” Ciudad abierta, ciudad digital”.
¿Cómo surge el libro “Ciudad abierta, ciudad digital”? y ¿cuáles son tus principales reflexiones sobre el tema de ciudad?
El libro surgió en principio como un homenaje a una constelación de sabios que se reunió en Zaragoza hace prácticamente más de 15 años. En esa constelación estaba Manuel Castells, que ahora es ministro en España y prologuista de nuestro libro, estaba Saskia Sassen, Bill Mitchell, el decano de la Escuela de Planeamiento Urbano y de Arquitectura en el MIT, había grandes pensadores y nosotros, quiero decir, José Carlos Arnal, que es el coautor del libro y yo, nos sentíamos en cierta medida deudores de ese gran caudal de conocimiento y de esa gran experiencia humana también que pudimos experimentar con esta gente y porque gran parte de lo que hemos hecho después se debe a esa fuente de inspiración que pudimos tener en aquella década de los años 2000.
Así surgió el libro que tiene una idea y luego cobra vida propia. Y entonces el libro empezó a andar solo y a caminar en direcciones diferentes y una dirección que tomó y es como ha quedado al final, es un viaje de veinte años prácticamente sobre el fenómeno de las ciudades inteligentes o de la tecnología aplicada al urbanismo. Un viaje que nos lleva por muchos países, por ciudades muy interesantes donde de alguna manera hemos conocido, vivido y todo eso al final ha destilado también en una experiencia que tratamos no sólo de plasmar en el libro, sino también, en cierta medida, de plasmar en nuestro trabajo.
¿Qué está haciendo la fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento? ¿Cómo ha evolucionado este concepto en la gente? ¿Cómo se ha ido madurando el destino? ¿Qué te ha ido pidiendo el destino?
La primera enseñanza que recibimos fue que una ciudad inteligente no la pueden construir sólo los ingenieros, hacen falta humanistas, gente del mundo del arte, periodistas, una gran base social, base ciudadana para construir cualquier proyecto, pero una base ciudadana que no considera al ciudadano como un usuario de la tecnología, sino como el potencial creador, que también hay en cada uno de nosotros. Y eso se traduce a nivel práctico, que la razón de ser prácticamente de la fundación es darle contenido a un hub de innovación que construimos en Zaragoza como emblema un poco del estado de este proyecto innovador que se llama “Etiopía centro de Arte y tecnología” y Etiopía es el título del libro, para mí fundamental en este mundo de las smart cities, de William Mitchell, de Bill Mitchell, que fue la persona que yo creo que más nos ha inspirado en esta aventura. Y aunque Mitchell era ingeniero, él era profundamente humanista y era consciente de que en una ciudad para funcionar bien, para ser sana, para tener un desarrollo equilibrado, hacía falta todo tipo de perfiles.
Entonces construimos un lugar que se llama utopía, donde están los artistas, los ingenieros, los tecnólogos, los emprendedores, donde hay un amplio espectro, un amplio espacio para que la ciudadanía desarrolle sus proyectos a través de laboratorios de fabricación, los famosos Fab Labs, hacemos programas educativos, de robótica, de inteligencia artificial con niños que tienen seis años. Entonces esta es la verdadera razón de ser de la Fundación y la fundación dentro de tópicos se dedica a darle contenido, a impulsar Etiopía hacia la siguiente frontera de conocimiento.
Cuando hablamos de inteligencia artificial, intentamos introducir la inteligencia artificial en los programas que hacemos con los niños, cuando hablamos de blockchain intentamos hacer exposiciones sobre todo esto, sobre big data, sobre cripto arte, para que la gente pueda entender de qué estamos hablando y pueda entender el fenómeno del cambio tecnológico y se pueda preparar y ayudamos además a preparar a nuestra gente, a nuestra ciudadanía, para ese cambio tecnológico y para esa globalización que dice Daniel.
¿Cómo está el sector privado, los empresarios y los otros grupos de interés? ¿Cómo están participando?
Nosotros llevamos la idea hace tiempo de conseguir que Zaragoza sea una auténtica plataforma de innovación, donde las empresas puedan proponer soluciones tecnológicas y la ciudad les ofrezca un campo de experimentación.
Es complicado llevar esa idea, la manera de introducir el cambio tecnológico en la gestión de la ciudad, puede venir de dos vías, una es los nuevos contratos de gestión, de transporte, de los vertidos, del alumbrado, del saneamiento, etcétera.
Hay que estar muy atento a nivel organizativo para cuando haya vencimientos de contratos, introducir tecnología, gestión de dato, sensorización, open data, etc., si no somos innovadores en esos servicios públicos, lo que ocurrirá es que la ciudad sigue siendo inteligente de nuevos servicios que están prestando, pero meterán la tecnología empresas ajenas al Ayuntamiento, a lo municipal, como Airbnb, Deliveroo, Glovo, Uber, todas estas empresas están metiendo muchísima tecnología y están haciendo ciudades más inteligentes, pero al margen del ayuntamiento. Por lo tanto, los ayuntamientos tenemos que ser muy innovadores.
El tema del que hablas de la interoperabilidad es muy importante, el tema holístico, el tema de verlo como un gran sistema no termina de funcionar, el tema de los contratos para que después las cosas que son innovadoras a nivel de prueba piloto después terminen siendo escalables a toda la ciudad. Creo que es un tema bastante importante y sobre todo de una gobernanza, nosotros tenemos una herramienta de gobernanza bastante potente dónde están todos los grupos de interés, no es el Ayuntamiento por un lado, los privados por otro.
¿Cómo están llevando ustedes el tema de gobernanza?
Bueno, lo que estamos hablando a nivel de interoperabilidad es del famoso “efecto sílo”, es algo que también en el libro dedicó un amplio capítulo, porque al final es un tema organizativo y tiene mucho que ver también con la psicología, con la pulsión entre cooperación y competencia que hay en cada uno de nosotros. Yo creo que la idea de una plataforma urbana que pueda gestionar de una manera centralizada todos los servicios públicos la tenemos que descartar. Lo intentó Salvador Allende en el Chile de 1970, con un gran proyecto que se llamaba cybersyn, que fracasó y lo está intentando Amazon ahora desde otro punto de vista y también tiene sus reticencias que un ayuntamiento jamás va a poder, por lo menos entidades ya establecidas y como decías tú, que no se crean de la nada en el desierto tenemos un legado a nivel de sistemas internos y jamás vamos a poder hacer una plataforma totalmente horizontal que llegue a todos sitios, porque además cada departamento municipal va a querer ser responsable y tener autonomía sobre su decisión de quién va a gestionar su alumbrado, su agua, su vertido, etc. Y nunca van a ceder esa responsabilidad.
Por tanto, la inteligencia está en desplegar una o varias capas finas horizontales que puedan darnos una cierta transversalidad a la hora de gestionar datos, que nos permitan obtener indicadores de gestión a la hora de homogeneizar temas de contratación, contratación verde, contratación innovadora, etcétera.
¿Ustedes cómo están viendo este tema de la complejidad de la capacitación de la gente?
Porque ahora que tienes toda la información por el Big Data en tiempo real puedes actuar enseguida y sobre todo que entran variables todo el tiempo y los sistemas se reconfiguran.
Claro, acá hay varios planos, el plano estratégico, olvidémonos de los planes quinquenales de planificación que hacía Stalin en el 1950, eso no es así. Nosotros tenemos una estrategia y de repente viene Lehman Brothers quiebra en 2008 y o bien el COVID en 2020 y se te va al traste cualquier tipo de estrategia y te tienes que reinventar. Por ello hablamos de capacidad de resiliencia, de capacidad de ciudades ágiles. Hay un capítulo en el libro que se llama “La ciudad ágil”, porque la ciudad tiene que ser capaz de levantarse rápido y de establecer rápidamente sus prioridades.
La respuesta a los problemas es un plano, pero luego en el plano de la capacitación del personal municipal para lidiar con la complejidad tecnológica el paradigma es la inteligencia artificial. O sea, si un ayuntamiento compra un módulo de inteligencia artificial, nadie en el Ayuntamiento va a ser capaz de entender qué hace ese programa. Por lo tanto, tenemos que establecer estrategias, por ejemplo, como la que ha hecho Ámsterdam, de apostar por una inteligencia artificial de código abierto donde publican los registros de software y ayudan la propia ciudadanía, la propia comunidad científica ayuda a saber cómo se están comportando esos algoritmos para evitar temas de desviaciones, sesgos, etc., y hablo de la inteligencia artificial porque es un ejemplo dónde la opacidad y la complejidad del algoritmo nos habla de este problema y hay muchos otros ejemplos en este sentido. Si necesitamos mucha más capacitación tecnológica por parte del personal municipal.
Pero vuelvo a lo anterior también, necesitamos que en los equipos de proyectos haya diversos prismas, no sólo el tecnológico, sino también un prisma humanístico para ver ciertas implicaciones que la tecnología está teniendo. Está muy bien contar el número de paseantes que pasan por una calle con cámaras, pero hay que tener en cuenta que las cámaras, cuando cuentan, están analizando muchas más cosas.
Hay ahora mismo dos ciudades donde todo el mundo se está fijando. Una es Ámsterdam y otra es París. Por distintos motivos. En París hay un liderazgo muy fuerte por parte de su alcaldesa y en Ámsterdam yo creo que confluyen una serie de factores.
El caso de la inteligencia artificial de Amsterdam, a mí no me queda ninguna duda de que lo que estamos viendo de esas buenas prácticas es respuesta a lo que el Gobierno holandés ha hecho equivocadamente en materia de inteligencia artificial.
Recordemos que hace año y medio el Gobierno holandés tuvo que dimitir por el escándalo del sesgo de la inteligencia artificial aplicada a la detección del fraude en las ayudas sociales, donde siempre pagaban los mismos, en esa contraposición ciudad versus estado, Amsterdan se está dirigiendo en un contrapoder tecnológico del gobierno holandés. Es un poco mi percepción desde fuera.
Eso parece que es la tendencia que la ciudad, empieza a tener más protagonismo. Además, a nivel de producto interno bruto y de una cantidad de cosas que es más dinámico, una ciudad a veces puede crecer más que un estado.
Está claro que las ciudades son ya un poder y sus representantes, los alcaldes, son figuras políticas de primer orden. Ana Hidalgo, del ejemplo de París, se acaba de dar el paso a ser candidata para presidenta de Francia, probablemente respeta más la gente a Ana Hidalgo que al propio presidente de la República actualmente.
Ana Hidalgo, hizo suyo todo el tema de la ciudad de los 15 minutos, otro tema interesante es ¿qué pasa de noche en las ciudades? Londres tiene alcaldesa nocturna para todo lo que pasa en la noche. Hay otras ciudades como New York también cuentan con una alcaldesa para trabajar los temas de noche y a veces pensamos que las ciudades funcionan de día.
¿Qué están haciendo ustedes con ese tema?
Os recuerdo que en una de las últimas campañas electorales, una de las candidatas hizo campaña por la noche precisamente para esa ciudad que nunca duerme, Nueva York.
Quizás es el ejemplo más paradigmático. En este último año, el año de la pandemia, las ciudades sí que se han cerrado por la noche y ha habido muy poca actividad. Ahora parece que se están abriendo y probablemente nos va a obligar a reaprender a vivir la noche porque se está ocasionando muchos problemas con la vuelta a la nueva normalidad, la hostelería, etc..
La noche es más una cuestión ingenieril que una cuestión humanística, porque por la noche es cuando funciona la recogida de basuras, cuando se hace las ambulancias, etc. Me da la impresión de que la ciudad por la noche funciona mucho más como una máquina que como un teatro social.
¿Cómo están viendo todos los temas de la huella de carbono en las ciudades? ¿Cómo se está viendo la importancia de este tema en las ciudades? y ¿qué tienen pensado hacer en ese sentido?
Creo que todas las ciudades, especialmente en Europa, vamos en esta dirección por una combinación de factores, primero porque hay una juventud que nos está pidiendo estos cambios, los votantes del futuro van a votar verde entonces, o los partidos políticos se hacen verdes o votarán a un partido verde. Segundo tema los cambios normativos vienen en nuestro caso de la Unión Europea. Vienen condiciones normativas muy fuertes de cara a la transición energética, a la economía circular, etcétera. Digamos que este es el palo y luego está la zanahoria.
Vienen muchos fondos de inversión europeos, el plan de resiliencia, Next Generation, etcétera. En España al menos 72 mil millones en un primer paquete de inversión directa vienen para hacer precisamente esa transición verde y digital.
Por lo tanto, las ciudades tienen incentivos para hacer la transición verde por primera vez van a tener medios para hacerlo y además van a tener la obligación, con lo cual creo que esa transición va a suceder.
Nuestro papel aquí es que todos esos fondos que van a venir para la transición verde se ejecuten realmente, se apliquen eficazmente, no se dispersen y no se pierdan y no se inviertan en proyectos no sostenibles o sin sentido, no sostenibles económicamente o no éticamente y creo que es un desafío que no es pequeño para todos los gestores del urbano. Aplicar realmente bien y gestionar bien todos los fondos que vienen de aquí a 10 años.
Y ojo, estamos hablando sólo de energía. Pero el siguiente gran paso son los materiales, porque tenemos una tierra que está limitada y como vemos ahora con los semiconductores hay cosas que dependen mucho todavía de la economía material, no todo es digital.
Daniel Sarasa
Director de Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, Urban Innovation & Smart City Strategist y autor del libro “Ciudad abierta, ciudad digital”.
El libro habla sobre ¿cómo han afrontado las ciudades la revolución digital y sus cambios a lo largo de las tres últimas décadas? ¿Cuáles son las nuevas exigencias sociales y políticas en el diseño urbano ante la irrupción de la tecnología digital? Desde los primeros parques tecnológicos, hasta las smart cities y el big data, las políticas urbanas de innovación han ido descubriendo que no basta con la tecnología para crear ciudades más prósperas, sostenibles y saludables.
Cuestiones esenciales como el derecho a la privacidad y anonimato de la ciudadanía, la confusión entre lo público y lo privado en la gestión urbana, la necesidad de modelos de gobernanza más participativos e inclusivos o el control sobre las grandes corporaciones tecnológicas son algunos de los principales desafíos y amenazas de ese modelo en constante mutación que es la “ciudad digital”.
Este libro hace un recorrido por los principales hitos de su evolución en el mundo, en ciudades como Seúl, Helsinki, Salford, Zaragoza, Toronto o Guadalajara (México), analizando la relación entre tecnología y diseño urbano, con el fin de repensar las políticas de innovación urbana.
Autores; José Carlos Arnal es periodista. Ha dirigido el Parque Científico Tecnológico Aula Dei y la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento. Impulsó proyectos como el Centro de Arte y Tecnología Etopia y el Comité Internacional de Expertos en Innovación Urbana. Daniel Sarasa es ingeniero de Telecomunicaciones. Contribuyó a poner en marcha la red wifi municipal, el sistema público de incubadoras y la Estrategia de Gobierno Abierto de Zaragoza. Dirige la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento y es editor del blog de innovación urbana Urbequity.com.