¿Dónde vas a meter a ese millón extra de neoyorquinos?
Por Federico de Arteaga. Director de Planeación en Grupo JB-Cuervo. Experto en Ciudades, Destinos Inteligentes, en Responsabilidad Social y Sostenibilidad.
Esta fue la pregunta que le hizo el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg a su Comisionada de Planificación Amanda Burden. Ese mismo día le dijo que se esperaba que Nueva York creciese de 8 a 9 millones de personas.
«Yo no tenía ni idea».
Ustedes saben que, para Nueva York, es importante atraer a inmigrantes, así que nos entusiasmaba la perspectiva de crecimiento, pero, sinceramente, ¿dónde íbamos a construir en una ciudad ya edificada hasta los límites y rodeada de agua? ¿Cómo íbamos a encontrar viviendas para tantos nuevos neoyorquinos? Y si no podíamos expandirnos, lo cual quizás fuese bueno, ¿dónde colocaríamos las nuevas viviendas? ¿Y qué pasaría con los autos? La ciudad no soportaría más autos. ¿Qué íbamos a hacer? Si no podíamos expandirnos, tendríamos que elevarnos. Y si nos elevábamos, tendríamos que hacerlo en lugares donde no se necesitase tener auto. Eso implicaba usar uno de nuestros principales recursos: el sistema de transporte. Nunca habíamos pensado en cómo sacarle el mayor provecho. Aquí estaba la respuesta a nuestro problema. Pensamos que, si canalizábamos y redirigíamos las nuevas construcciones en torno al transporte, podríamos manejar el aumento de población. Este era el plan, lo que de verdad había que hacer: Necesitábamos modificar las zonas urbanas, porque la división en zonas es la herramienta regulatoria del planificador urbano. Era, básicamente, reestrucurar toda la ciudad”.
En esta reflexión de Amanda Burden, se puede ver la diferencia entre complicado y complejo.
Los sistemas complicados están compuesto de muchas piezas, pero su comportamiento es predecible y funciona de manera lineal y el sistema es estático y son predecibles. En cambio, los sistemas complejos cuentan con muchos elementos y sistemas secundarios interdependientes donde cada parte influye en el resto. En estos sistemas es muy difícil prever el resultado final a partir del punto de partida, por lo que son impredecibles.
Como bien lo ha explicado Geoffrey West [1], en todas las ciudades hay escalas sublineales y supralineales. Las economías de escala son sublineales, es decir al doble de crecimiento de población la ciudad precisa un 15% menos en infraestructura en vez de tener que duplicarse.
Por otro lado, la supralinealidad implica que el indicador es de 1.15, es decir al duplicarse la población más que se duplica el acceso a servicios, la innovación, la riqueza, la actividad social, pero también, el crimen, las enfermedades, la basura…
Muchas de estas reflexiones por separado pueden ser complicadas pero al analizarlo en el marco de la reestructura de la ciudad el efecto será no lineal e impredecible.
Este manejo de la complejidad implica gestionarla y ese es uno de los grandes desafíos, que no estamos ni formados ni capacitados para esta nueva realidad, compleja, en tiempo real, sistémica y simultánea.
Y esta pregunta y estas respuestas que da Amanda Burden son las clave en un Destino – manejar la complejidad-.
[1] Scale. West.G (2017)