La ciudad algorítmica.
Por Federico de Arteaga.
La algoritmización de las ciudades es un tema que se está analizando con profundidad.
Por un lado se ha argumentado que permite segmentar un tema, analizarlo lo menos contaminado posible y obtener datos sobre la marca, la temática, la materia de interés.
En palabras del profesor de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense, Ricardo Peña Marín[1], “un algoritmo es un conjunto de reglas que, aplicadas sistemáticamente a unos datos de entrada apropiados, resuelven un problema en un número finito de pasos elementales”. Por tanto, un algoritmo será tan bueno para tomar una decisión como los datos con que se alimente. Además, dependerá fuertemente de los sesgos de quien lo haya diseñado y del criterio de evaluación de los resultados que ofrezca.
Por otro la pregunta es si se están revisando las decisiones tomadas por máquinas, y si están beneficiando a los humanos o si existe una “discriminación algorítmica”. Por ejemplo, de acuerdo a Xataka[2], Nueva York se está convirtiendo en la primera ciudad de los Estados Unidos, y del mundo, en aprobar una ley que permite auditar las decisiones automatizadas que toman los algoritmos.
Se trata de una especie de transparencia y responsabilidad ante el uso de algoritmos, los cuales son los responsables de tomar medidas que afectan directamente a los neoyorquinos, esto con el objetivo de evitar y combatir algo que han llamado la “discriminación algorítmica”[3].
Ley de responsabilidad algorítmica
Nueva York, y gran parte de las grandes ciudades de los Estados Unidos, han adoptado el uso de algoritmos para muchas de las decisiones administrativas y operativas de la ciudad, como la distribución de policías por barrio, la imposición de sanciones a personas, las fianzas, entre otras más.
“El tema más claro y preocupante es la privacidad de los datos y la ciberseguridad, ya que la ley ordena a que todas las agencias publiquen el código fuente de los algoritmos para que puedan ser revisados entre dependencias, así como por ciudadanos con una orden emitida por un juez.
Al hacer pública toda esta información, se podrán ver los nombres y datos completos de los afectados, por ejemplo dentro de un juicio, así como los niveles de criminalidad en ciertas zonas de la ciudad, lo que podría afectar el valor de las viviendas, incluso las sanciones impuestas, incluidas la de libertad bajo fianza, de ciertos sectores de la población”.
No solo se habla de ciudades sino de naciones algorítmicas. Igor Calzada se pregunta si se va hacia ¿ “Naciones Algorítmicas”[4]?
Este nivel creciente de complejidad también está alterando la forma principal de construir naciones y el papel de la geotecnología en estos procesos. Tal vez las personas puedan suscribirse a la nación algorítmica digital que mejor beneficie su estilo de vida. ¿Se formará una nación algorítmica por identidades gubernamentales que podrían ser distribuido de esa manera? La evidencia oportuna, como la residencia electrónica de Estonia, los nacionalismos cívicos líquidos (Calzada, 2017), nos guían para repensar cómo la tecnología que estamos construyendo hoy da forma al futuro de la geopolítica descentralizada a través de blockchain como una realidad presente y una promesa a corto plazo. ¿Se están construyendo naciones en un reino algorítmico diverso? ¿Cómo deberíamos repensar las ciudades-ciudades tecnopolíticas combinando dinámicas geoeconómicas, geopolíticas, geodemocráticas y geotecnológicas impulsadas por grandes datos cada vez más generalizados? ¿El proceso de construcción de la nación ya está evolucionando hacia un nuevo paradigma llamado naciones algorítmicas? Como en todas las cosas es necesario un equilibrio, un sentido de la proporción, grados de aceptación. ¿Realmente lo que una sociedad quiere es que un algoritmo decida: i) si va a tener un trabajo o no; ii) que su perfil en las redes sociales pueda impedir tener un préstamo o ser voluntario; iii) determinar si puede tener un seguro médico; iv) enviarte a prisión; y v) o a qué país podrás viajar? Estos son algunos ejemplos de un extremo.
Existen otras con consecuencias menos dramáticas y muy utilizadas. Herramientas como: i) OH!Libro o Goodreads, algoritmos que recomiendan la siguiente lectura en base a los libros que nos han gustado; ii) Google Alerts, queremos recibir alertas, y le damos el control a un algoritmo de buscarlas en nuestro nombre, ahorrando mucho tiempo; iii) colaboración ciudadana en ayuntamientos: se trabaja con un mapa de la ciudad donde van apareciendo incidencias y su relevancia. Estos sistemas están basados no solo en la interacción de un lector, sino con millones de ellos dando su opinión al mismo tiempo. Al final qué uso haremos de estos algoritmos, hasta dónde, qué permitiremos y qué podremos permitir… Ahí sabremos si, como decía Goytisolo, somos el pájaro que ensucia su propio nido.
[1] http://thinkandsell.com/blog/la-algoritmizacion-de-la-experiencia-humana/
[2] http://www.xataka.com/legislacion-y-derechos/humanos-monitorizando-algoritmos-si-en-nueva-york-ya-quieren-combatir-la-discriminacion-algoritmica
[3] Cuando un algoritmo favorece y afecta a ciertos grupos, discriminando a personas de acuerdo a la edad, raza, religión, sexo u orientación sexual.
[4] Calzada, I. (2018), Algorithmic Nations: Seeing Like a City-Regional and Techno-Political Conceptual Assemblage. Regional Studies, Regional Science 5(1): 267-289. DOI: 10.1080/21681376.2018.1507754. Retrieved from: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/21681376.2018.1507754.
[1] Juan Goytisolo. Tradición y Disidencia. FCE. 2003.