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Normas y estándares nacionales e internacionales.

Normas y estándares nacionales e internacionales.

 

Por Roberto Sánchez López, Vicepresidente Normas y Estándares Internacionales.

Objetivo vicepresidencia

Investigación, recopilación, análisis, de la normatividad internacional; coordinación de los esfuerzos públicos y privados en la materia, desarrollo de los documentos normativos que sean útiles a los municipios, estados y la federación para alinearlos con los planes de desarrollo urbano.

La decena 2020-2029. Los inteligentes veintes o ¿es necesario desarrollar un esquema de normalización de ciudades y comunidades sustentables-inteligentes-digitales para México?

 Prólogo

La normalización (conocida en países de habla inglesa como standardization) es una actividad que en nuestro país se ha desarrollado “más” ordenadamente desde el 1 de  julio de 1992. En este 2019, hace 27 años fue establecida la Ley Federal de Metrología y Normalización. Al comparar la experiencia normalizadora de otras latitudes y longitudes, la “juventud” de nuestro quehacer es evidente, de manera impresionante.

Al existir en nuestra legislación una diferenciación entre normas obligatorias (NOM) y normas voluntarias (NMX) nos enfrentamos a una clasificación que permite soslayar las mejores prácticas en los diferentes temas que las normas mexicanas actualmente cubren y que por nuestra idiosincrasia nos sitúa de manera vulnerable ante otros marcos normativos.

Se entiende que existan normas generadas por el Estado (NOM) y otras por la sociedad civil (NMX); sin embargo, al reservarse el proceso de gestación de las oficiales al Estado mexicano, se  permite –por obvias limitaciones de conocimientos, experiencia de quienes las editan en la administración pública– que los temas importantes en lo económico,  técnico y social no sean atendidos con la misma fuerza.

Por otra parte, el desarrollo de las normas mexicanas (NMX) en nuestro país –como muchas otras actividades– es voluntario y a título personal, pues son pocas las industrias y las empresas que asignan presupuesto para que las normas sean escritas por los expertos en los temas y que forman parte de los grupos de trabajo que establecen las diferentes Organizaciones Nacionales de Normalización (ONN) que, por ley, son las únicas habilitadas para proponer y editar las normas NMX. También deben tomarse  en cuenta los términos en que pueden ser inscritas en el Programa Nacional de Normalización (PNN) y el tiempo en que pueden ser redactadas. Un grupo de trabajo de profesionales “voluntarios” se reúne cada quince días –en el mejor de los casos por diez meses al año; enero y diciembre son casi “muertos”–, entonces tenemos alrededor de veinte sesiones anuales en las que es posible conjuntar la información, discutirla, llegar a un consenso, escribir y redactar el texto del documento de la norma.

Luego se debe enviar para su publicación al Diario Oficial de la Federación (DOF), esperar sesenta días hábiles para su consulta pública, recibir los comentarios de los interesados en criticar el proyecto de norma, su alcance, objetivos, etc.; después realizar los Movimientos-Adiciones-Cambios (MACs) al texto y, una vez que esté listo, enviarlo para su revisión jurídica a la Dirección General de Normas (DGN) de la Secretaría de Economía.

Esperar, en el mejor de los casos, sí la norma no tuviere errores de cualquier tipo, que sea programada su publicación final para anunciar de vigencia por otro período de sesenta días, y que por fin la norma mexicana desarrollada esté en uso legal por los interesados del mercado e industria de referencia. En suma, este período es, en el mejor de los casos, de entre 18 y 24 meses; y eso que ya existía un documento base –trabajado por un grupo redactor– al inicio del establecimiento del grupo de trabajo. Como se puede observar, hacer normas, independientemente de los intereses económicos, políticos y sociales es un proceso de suyo lento.

Dicho lo anterior, y solamente mencionando que el uso de documentos normativos permite lograr en las sociedades el desarrollo de actividades sociales, económicas, educativas y políticas más seguras, con calidad, competitivas, armonizadas, iniciaré algunas reflexiones para la segunda década del siglo XXI, la llamada de “los inteligentes veinte”.

 Introducción

Las ciudades son el epítome de la civilización humana. Se tiene noticia de la que se considera la primera ciudad, Çatalhöyük, en la actual Turquía, con una antigüedad de ocupación desde el año 7500 A.C. hasta aproximadamente los 5200 A.C. En 2012 fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y desde ese asentamiento se nota que la población ha procurado su comodidad, bienestar y sanidad:

“…las casas estaban construidas con paredes de hasta tres metros de altura, eran rectangulares y estaban adosadas sin que existieran calles, por lo que su acceso era a través de los tejados por medio de escaleras. Los techos se construían con vigas… y en ellas se han encontrado hornos para hacer pan. Las casas nuevas se construían sobre las antiguas, renovando la ciudad continuamente, se han encontrado hasta 18 niveles diferentes…”

Sí esta es una de las primeras ciudades, entonces la experiencia del hombre es vasta en el tema. Las ciudades son fundadas por las sociedades por motivos específicos, los básicos son la seguridad de vivir en comunidad, la seguridad en la producción de alimentos, la seguridad ante la fauna, los eventos climáticos, la guerra, entre otros. Muestra de las ciudades de la antigüedad las encontramos en: China (Beijín, 1000 años A.C.), España (Cádiz, 1100 A.C.); Portugal (Lisboa, 1200 A.C.), India (Varanasi, 1800 A.C.); Georgia (Kutaisi, 2000 A.C.); Siria (Damasco, 2000 A.C.); Palestina (Jericó, 3000 A.C.); Egipto (Luxor, 3200 A.C.); Grecia (Atenas, 4000 A.C.); Líbano (Biblos, 5000 A.C.).

Cada una de estas ciudades –algunas aún habitadas– tuvo y tiene una traza urbana característica y única, pues cada administrador durante miles de años les ha dado su “toque” para proveer a los ciudadanos de los servicios básicos (agua, recolección de desperdicios, iluminación, entre otros) que toda congregación requiere para subsistir. Los romanos tuvieron un desarrollo increíble en la proveeduría de dichos servicios (Pompeya), en sus ciudades no faltaba el agua, entretenimiento, drenajes y la urbanización con calles excelsamente trazadas con pasos peatonales y sistemas para que corriesen las aguas negras y de lluvia; son aún objeto de estudio.

En América las ciudades mayas, Teotihuacán y Tenochtitlán mostraron al mundo que la urbanización era una técnica compleja que sus gobernantes dominaban.

Después de la conquista de México, fueron los virreyes y –en su caso– los corregidores de cada ciudad de la Nueva España los responsables de establecer la administración y desarrollo de los servicios que los mexicanos de entonces tuvieron a su alcance.

En el siglo XIX las ciudades en México crecieron rápidamente,  y es en el Porfiriato (fines del siglo XIX y principios del XX) cuando las ciudades mexicanas alcanzaron la modernidad –afrancesada por cierto–, el transporte ferroviario tuvo un auge increíble y los mexicanos conocieron y se movieron más a las ciudades que se volvieron polos de desarrollo. La Revolución detuvo durante varios años el crecimiento de las ciudades y a fines de los años veinte  y sin parar hasta la octava decena del mismo siglo creció el movimiento de las áreas rurales a las ciudades.

Ya al final del siglo XX el gobierno federal está consciente de que la pirámide poblacional ha abandonado el campo para poblar incesantemente los centros urbanos. Es entonces cuando se realizan más estudios urbanísticos para entender qué podemos hacer con las ciudades de nuestro país para  ofrecer servicios a una sociedad que abandonó su vocación agrícola para convertirse en una industrial y, más allá, en una de servicios.

En el cambio de milenio la tecnología global de la información y comunicaciones está disponible en casa con las computadoras personales, lo que cambiaría la vida de todo el planeta. No bien había iniciado el siglo XXI y un sistema de comunicación mundial permitió que toda la humanidad pudiera unirse de manera increíble; internet llegaba como una red mundial al alcance de todos.

Esto aún tendría un nuevo paradigma; en el año 2007 la compañía Apple lanzó al mercado el primer teléfono celular inteligente. En ese momento la humanidad vivió un hito histórico de desarrollo tecnológico; en los siguientes años, la población del mundo, y la de México, por supuesto, puede, con las yemas de los dedos y casi ubicuamente, tener información de historia, biología, deportes, negocios, medicina… todo, todo el acervo del conocimiento de la humanidad desde el inicio de su tiempo.

Por supuesto, esta relación con la información cambia la interacción del individuo con la ciudad, el entorno donde cambia esa relación. Son las ciudades el campo fértil para una transformación digital de las sociedades, de su economía, de la historia. A partir de la segunda decena del siglo XXI las sociedades están cambiando a una velocidad que la humanidad no había experimentado.

Las ciudades tienen que mejorar y ofrecer a sus ciudadanos no sólo la seguridad y oportunidad de su bienestar sino felicidad. ¿Felicidad? ¿A qué me refiero? Pues a que los ciudadanos tengan satisfechas en alto grado las premisas básicas de la pirámide de Maslow, las necesidades físicas, de seguridad y sociales, que puedan, muto propio, desarrollar la satisfacción de la estima y la autorrealización para tener los elementos que les permitan la plenitud de su vida.

Esta es nuestra realidad. Es aquí donde los conceptos de la política se intercalan con los complejos conceptos de ciudadanía, ciudad, participación, colaboración, respeto a las leyes y las mejores prácticas de convivencia. En un país donde las estadísticas muestran que el 60 por ciento de la de población está en estado de pobreza, hablar de Ciudades Inteligentes-Digitales-Sustentables puede considerarse “políticamente incorrecto”, forma coloquial y “amable” de evitar la consciencia de la realidad. Pareciera que pensar en ciudades altamente digitalizadas como las del sudeste asiático, España, Suiza, Australia y muchos otros países, fuera impropio e imprudente.

Mi punto de vista es que no podemos soslayar la era de la humanidad que nos ha tocado vivir; no debemos esconder como el avestruz nuestra mente y orar para regresar a una realidad que ya ocurrió en el mundo y en nuestro país. Es la hora en que debemos preparar a nuestra nación y a sus comunidades y ciudades para dar soporte a un 70 u 80 por ciento de la población en escasos 30 años. La mitad del siglo XXI se ve en el horizonte, ciertamente debemos disminuir y mitigar a la brevedad la pobreza y eso debemos hacerlo al mismo tiempo que preparamos el futuro inmediato.

¿Cómo preparar nuestras ciudades? Reconociendo lo que hemos hecho mal y lo que hemos realizado bien. Es esto fácil de decir, pero es justo decir que no es fácil de hacer, la actitud cultural de nuestra sociedad le limita para reconocer –sin justificar– las debilidades y fortalezas que tenemos. Esto lleva a soslayar nuestras oportunidades y amenazas en un intento de decir aquí no pasa nada y seguir como hasta hoy.

Es necesario comprender las dimensiones del reto que tenemos por delante, y tenemos que conocer el Sistema Urbano Nacional, es decir, el conjunto de ciudades de 15 mil y más habitantes, que se encuentran relacionadas funcionalmente, y cualquier cambio significativo en alguna de ellas propicia, en mayor o menor medida, alteraciones en las otras.

En el 2012, el Sistema Urbano Nacional (SUN) estaba formado por 384 ciudades: 59 zonas metropolitanas, 78 son conurbaciones y 247 centros urbanos mayores de 15 mil habitantes, donde residen 81.2 millones de personas, poco menos de tres cuartas partes de la población nacional.

Este sistema lo integran tres tipos de ciudad:

  • Centros urbanos, ciudades con 15 mil o más habitantes, que no reúnen las características de conurbación o zona metropolitana.
  • Conurbación: conformación urbana resultado de la continuidad física entre dos o más localidades geoestadísticas o centros urbanos, que constituyen una sola unidad urbana de por lo menos 15 mil habitantes. Pueden ser intermunicipales e interestatales cuando su población oscila entre 15 mil y 49 mil 999 habitantes e intermunicipales aún si superan este rango poblacional.
  • Zona metropolitana: agrupación en una sola unidad de municipios completos que comparten una ciudad central y están altamente interrelacionados funcionalmente. También se considera a los centros urbanos mayores a un millón de habitantes, aunque no hayan rebasado su límite municipal y a los centros urbanos de las zonas metropolitanas transfronterizas mayores a 250 mil habitantes.[1]

Hablar de planear, hacer Movimientos-Adiciones-Cambios (MACs) a las ciudades y comunidades donde actualmente viven 82 millones de mexicanos aproximadamente, no es una tarea sencilla. Los MACs son potestad legal de los gobiernos municipales, que dependen de una planeación federal y estatal para los temas de agua, movilidad, energía, seguridad y que sus presupuestos son establecidos por el Congreso de la Unión, que poco conoce –aunque no debiera ser así– las necesidades de los más de 2457 municipios del país.

Otro punto es el marco regulatorio de esa planeación que tiene que atender al mismo tiempo leyes, códigos y reglamentos de los tres órdenes de gobierno (municipal, estatal y federal), por lo que al posicionarnos ante el tema de la normalización de Ciudades y Comunidades Digitales-Sustentables-Inteligentes tenemos que detenernos y establecer un mapa conceptual que permita, al mismo tiempo, tener una visión integral de varios aspectos, desde el político y cultural hasta el tecnológico y operativo.

¿Cuál es la conceptualización en otras latitudes de esta normalización especializada en centros urbanos?

“Las ciudades –nacionales y extranjeras– son los principales impulsores de la actividad económica: el crecimiento y, en el contexto actual, la recuperación; pero este resultado depende de una completa infraestructura para poder gestionar de forma eficiente los recursos físicos y sociales, el combustible del “motor económico” de la ciudad. El resultado económico de una ciudad está indisolublemente ligado a sus infraestructuras físicas y de comunicación, y a la distribución de recursos a través de estas infraestructuras.”

…En el panorama internacional, se está desarrollando una norma ISO de sistema de gestión para el desarrollo sostenible y la resiliencia de las comunidades (ISO 37101). Pretende ayudar a las comunidades, concepto ampliado de ciudad, y otras partes interesadas en la aplicación de un enfoque integrado para el desarrollo y gestión de la comunidad, incluyendo la integración de los aspectos de sostenibilidad, a las partes interesadas y los instrumentos existentes en un proceso de desarrollo sostenible coherente…[2]

“Un conjunto de normas se requieren para ayudar a las ciudades inteligentes a lograr su potencial. Estas normas deben ser desarrolladas para ayudar a resolver temas en diferentes niveles, desde quienes toman decisiones a nivel gobierno de la ciudad hasta la interoperabilidad de dispositivos particulares. Las normas con principios definidos, pueden proveer a las autoridades municipales o de la ciudad a definir sus objetivos. Las normas que establecen desempeños mínimos permiten a las autoridades de la ciudad obtener y desplegar aquella infraestructura y servicios que ayuden a lograr tales objetivos. Aquellas normas que definen interoperabilidad asegurarán que los datos capturados en la infraestructura y los sistemas de la ciudad son adecuados para ser usados en un rango de la entrega de los canales de servicios establecidos.[3]

Cómo se observa, existe una ocupación real en el desarrollo de la normalización para las ciudades inteligentes en el mundo; en el caso de México, es el Instituto Mexicano de las Ciudades Inteligentes Sustentables y Sostenibles A.C. (IMCISS) el que ha tomado la iniciativa e iniciado en el año 2018 los procesos formales para integrar los trabajos de desarrollo de normas mexicanas en los temas de referencia.

La primera actividad desarrollada fue establecer una investigación sobre la documentación normativa nacional e internacional sobre las ciudades inteligentes; posteriormente y después de varias interacciones se ha desarrollado un  mapa conceptual  (Véase la figura 1. IMCISS mapa conceptual), que generará los siguientes documentos normativos siguientes:

  • Proyecto NMX-C-000- Ciudades y Comunidades Sustentables-Inteligentes-Digitales: Marco descriptivo, Conceptos-Elementos-Sistemas-Infraestructura.
  • Proyecto NMX-C-000-Ciudades y Comunidades Sustentables-Inteligentes-Digitales: Planeación integral, Guía Conceptos-Elementos-Sistemas-infraestructura.
  • Proyecto NMX-C-000- Ciudades y Comunidades Sustentables-Inteligentes-Digitales: Clasificación – Requisitos e Índices de desempeño mínimos.

El trabajo de redacción, edición, publicación en el Diario Oficial de la Federación se realizará durante el año 2019.

Figura 1. IMCISS, mapa conceptual.

 Conclusión

La elaboración de este primer conjunto de normas mexicanas para el desarrollo de soluciones de las ciudades y comunidades en el territorio nacional, tiene como objetivo establecer un marco de acción sencillo, estructurado para que los incumbentes en los municipios  puedan integrar todos los temas que las ciudades del siglo XXI requieren considerar, desde el manejo de residuos hasta la conectividad de dispositivos electrónicos y electromecánicos en el llamado Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). La Tecnología de la Información y Comunicaciones (TIC) es uno de los actores más relevantes en este tipo de ciudades, pero no es el único ni el más importante, pues todos los sistemas técnicos, tecnológicos y de participación ciudadana, además del gobierno local, tienen un papel relevante en la Ciudad Inteligente.

El camino se ha empezado, seguramente como país tendremos retos que superar para llegar a tener el bienestar al que aspiramos como ciudadanos para nuestras familias, la nación y el mundo. El ser precursor de estos conceptos es un privilegio para todos nosotros en una época emocionante, novedosa, innovadora y que nos permite aún emocionarnos y desear aprender más, no solo de la tecnología sino de la relación humana en nuestras comunidades. La normalización nacional ayudará sin duda a lograr los objetivos que nos propongamos.    


Indice Libro: Imaginando las ciudades del futuro.


Referencias bibliográficas

Ley Federal Sobre Metrología y Normalización– Gobierno de México

http://www.gob.mx/…/LEYFEDERALSOBREMETROLOGIAYNORMALIZACION….

Ley federal sobre metrología y normalización. Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1º de julio de 1992. (Texto vigente.)

  1. Semarnat, Dirección General de Estadística e Información Ambiental, septiembre, 2018, con base en:
    Sedesol/Segob, Catálogo. Sistema Urbano Nacional 2012, Consejo Nacional de Población, México, 2012, consultado en http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Catalogo_Sistema_Urbano_Nacional_2012 24-08-2018.
    Conapo, Delimitación de zonas metropolitanas, varios años, consultado en http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Delimitacion_de_Zonas_Metropolitanas, 24-08-2018.
  2. El papel de las normas en las ciudades inteligentes -Informes de Normalización. España.
  3. The Role of Standards in Smart Cities. Tomo 2. Reino Unido, agosto 2014.

[1] Fuente: Semarnat, Dirección General de Estadística e Información Ambiental, septiembre, 2018, con base en:
Sedesol /Segob, Catálogo. Sistema Urbano Nacional 2012, Consejo Nacional de Población, México, 2012, consultado en http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Catalogo_Sistema_Urbano_Nacional_2012. 24-08-2018
Conapo, Delimitación de Zonas Metropolitanas, varios años, consultado en http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Delimitacion_de_Zonas_Metropolitanas , 24-08-2018

[2] FUENTE: Agosto 2014.Tomo 2. Reino Unido. BSI The Role of Standards in Smart Cities.

[3] Fuente: España AENOR.  El papel de las normas en las ciudades inteligentes -Informes de Normalización.


Roberto Sánchez López.

Vicepresidente Normas y Estándares Internacionales.

Roberto es un profesional con amplia experiencia (1983) en sistemas de tecnología de la Información y Comunicaciones; ingeniero en Comunicaciones y Electrónica por la ESIME del IPN tiene estudios de maestría en administración de negocios, además de estudios varios en temas de ingeniería, administración y sustentabilidad.

Actualmente se desarrolla como consultor senior en PlaneRS, sus últimos proyectos han sido las oficinas de HQ, El centro de soporte Global de Cisco en CDMX, y el desarrollo del diseño de TIC para un resort (60,000m2) en Los Cabos, además de efectuar el comisionamiento de un centro de datos (600m2).

Colabora activamente en el desarrollo de normalización y estándares en México desde 2008, y hoy participa en:

ISO

  • ISO/TC205 Diseño de ambiente de edificios en el comité espejo mexicano como coordinador
  • ISO/TC 268 Ciudades y Comunidades inteligentes
  • ISO/TC59 Trabajos de ingeniería civil en edificaciones
  • ISO/JTC1, 204 Ciudades Inteligentes México
  • NMX- AA-164- SCFI Edificaciones Sustentables
  • NMX- C-506- ONNCCE Comisionamiento de Edificaciones (base para norma ISO/TC205)
  • NMX –C-527/1 Modelos de Información para la Edificación (BIM por sus siglas en inglés)
  • NMX –J-C-I 489 Centros de Datos de Alto Desempeño
  • Administración de Edificaciones e Infraestructura (actualmente en desarrollo)

Es miembro de AMERIC, BICSI, IMCISS, IMEI, donde coordina y representa ante la ISO y la DGN a estas organizaciones para la normalización. 

1 Comment

  1. FRANCISCO JAVIER BERLÍN DE LA CRUZ

    Me parece buena aportación a la Normalización sustentable en las edificaciones y su diseño Arquitectónico.

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