Proyecto sobre proyecto, en Tequila
POR FEDERICO DE ARTEAGA
Uno de los mayores problemas de la consecución de resultados por parte de las fuentes de cooperación internacional y de la ayuda en general es la dispersión. Dispersión de recursos, de iniciativas, de los consultores, de las organizaciones.
Y lo mismo para las Fundaciones y ONG´s.
Casi todos van “donde no hay” y muy pocos donde “hay”. “Hay” pero falta. Algo hay pero no lo suficiente para lograr un impacto sistémico.
Si se analiza desde el punto de vista de las “necesidades” como servicios básicos, como demanda, como los diferentes “gaps” que existen está justificado; pero en una comunidad los problemas son multivariables y solucionar uno puede ser necesario, pero no siempre es lo más sustentable en términos de lograr una comunidad con al menos varias de sus necesidades atendidas.
Por ejemplo, ¿qué es más sostenible? ¿invertir o canalizar un millón de dólares en 10 proyectos de 100 mil dólares en 10 localidades diferentes o los mismos 10 proyectos en una sola localidad?
El sistema de proyectos de las fuentes de cooperación se organiza sintéticamente de esta manera: a) la fuente da los “grants” a una ONG; ésta tiene una meta de beneficiarios que cumplir en el marco del proyecto, que dependiendo del tipo de tema pueden ser la creación de 100 PyMes en cuatro años o beneficiar a 100.000 personas en servicios de agua potable; y muchas veces con un alcance nacional o regional y no sólo local.
En lo que refiere a los beneficiarios o clientes, si se habla de emprendimiento social, no es tan simple que cumplan los criterios de selección y además en el tiempo del proyecto, pero siempre es necesario que la relación de inversión/beneficiario de alguna forma se obtenga.
En síntesis, existe un “mercado” de beneficiarios dispersos.
¿Qué pasaría si se le ofrece a todas las ONG´s ejecutando proyectos de las fuentes de “grants” y que buscan beneficiarios que en los 3 o 4 años de ejecución de los proyectos otras ONG´s presenten sus necesidades en esos temas para sus beneficiarios y que éstos sean sujetos activos de su cooperación? Porque además, por los ciclos de los proyectos los beneficiarios deben ser identificados en el primer y segundo año para que se tenga tiempo de implementar.
El tiempo de búsqueda de los beneficiaros que cumplan los criterios de selección es quizás uno de los mayores retos de los proyectos; y la dispersión de recursos hace muchas veces que no se generen los impactos necesarios.
¿Qué pasaría si se identifica una comunidad objetivo y durante 4 u 8 años se canalizaran recursos con el marginal de beneficiarios necesarios para cada proyecto de uno o dos de los organismos internacionales y nacionales de acuerdo a la lógica de cada fuente? Una comunidad donde exista inversión privada y pública, donde exista un plan rector, una Organización Gestora de Destino, una estrategia.
Contribuir a solucionar las necesidades básicas insatisfechas en la población de menos ingresos, las necesidades de pymes y emprendedurismo, la capacitación, la participación de la mujer, el cambio climático y tecnológico. Y todo sin recursos adicionales a los ya asignados. Que se beneficie de cada proyecto un 10% de los beneficiarios de una misma comunidad. Pensemos en organismos de cooperación internacionales como el BID y el Banco Mundial, que tienen préstamos, grants, fondos fiduciarios, mecanismos de transmisión de conocimiento, tienen en México en ejecución cientos de proyectos, de los cuales un alto porcentaje son de alcance nacional, las fundaciones y ONG´s lo mismo, Pueblos Mágicos y el Gobierno Federal y Estatal. Si se realizara una iniciativa de cooperación para lograr un modelo de impacto en una comunidad, ¿no se lograría un impacto real?
Es el tiempo de proyectos sobre proyecto.