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Ciudades Airbnb

Ciudades Airbnb

Publicado por Mexico Business News. Ver publicación original aquí. Por Dr. Federico de Arteaga. Líder del Proyecto Destino Turístico Inteligente Tequila y Vicepresidente de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de Iberoamérica.

Las ciudades son sistemas complejos y vivos. Las tendencias son olas de cambio, y las modas son tsunamis de impacto.

Las tendencias son las señales de que algo no está del todo bien y que debe cambiar, y cuando esas señales se convierten en realidades significa que los riesgos no se vieron y las consecuencias no se estimaron.

También hay cambios. El paisaje cambia; al caminar por Madrid, en Lavapiés, se ven calles enteras llenas de turistas caminando con sus maletas, pero no se ven tiendas, panaderías, escuelas o farmacias, y si las ves, están cerradas. La prestación de servicios públicos cambia; ya no se calcula por demografía o población. Los turistas caminan de espacio público a espacio público para encontrarse con alguien, las calles están más oscuras, no hay niños, gatos ni ancianos en los umbrales o librerías. El asentamiento se convierte en movimiento, y se pierde el legado social y cultural acumulado.

Si los propietarios prefieren alquilar sus propiedades a corto plazo, aumentan los precios del alquiler y la vivienda en la zona. La llegada de turistas cambia la composición de la comunidad y altera la dinámica social y cultural de un vecindario.

Esto se refleja en la teoría Gunderson al proponer el concepto de panarquía, que es un marco conceptual que explica las características duales y aparentemente contradictorias de todos los sistemas complejos: estabilidad y cambio. Es un marco integrador que reúne modelos ecológicos, económicos y sociales de cambio y estabilidad para dar cuenta de las complejas interacciones entre estos dos dominios diferentes y diferentes niveles de escala.

Los cambios no son continuamente graduales ni constantemente caóticos. Están regulados por las interacciones entre variables rápidas y lentas. Diferentes escalas concentran recursos y potenciales de manera diferente, y los procesos no lineales reorganizan los recursos entre niveles. Los ecosistemas no tienen un único equilibrio; en cambio, son comunes múltiples equilibrios.

Existen tiempos y ciclos; la panarquía identifica cuatro etapas básicas de los ecosistemas: explotación, conservación, liberación y reorganización. La etapa de explotación es una etapa de expansión rápida, como está ocurriendo con el sobre-turismo y las funciones inmobiliarias.

Esta etapa es seguida, en parte debido a presiones locales, por la conservación y la estabilidad, una fuerte organización, rigidez y cambios lentos. Aquí es donde se enfatiza la acumulación lenta y el almacenamiento de energía y material, como cuando una población alcanza su capacidad de carga y se estabiliza por un período.

La siguiente conversión es la de la inestabilidad, el colapso, la destrucción creativa, el cambio constante y la baja interactividad. La liberación ocurre rápidamente, como cuando una población disminuye debido a un competidor o condiciones cambiantes.

La movilización, reorganización, regeneración y redefinición proporciona flexibilidad al sistema. También puede ocurrir rápidamente y, por lo tanto, es adaptable a los ciclos; por ejemplo, es el proceso que explica tanto la estabilidad como el cambio en los sistemas complejos.

Los niveles rápidos innovan, experimentan y prueban; los niveles más lentos estabilizan y preservan la memoria acumulada de experimentos exitosos pasados. La sostenibilidad en este marco es la capacidad de crear, probar y mantener la capacidad adaptativa. El desarrollo se convierte en el proceso de crear, probar y mantener oportunidades.

La incertidumbre es una característica inherente del ciclo adaptativo y debería ser un factor clave en cualquier actividad de gestión de ecosistemas: tanto la incertidumbre como el riesgo aumentan con la escala (por ejemplo, los problemas a escala global representan los mayores riesgos).

La tecnología detrás de todas las plataformas y aplicaciones cambia muchas cosas: ética, estética, velocidad, percepción, la ilusión de ser moderno. ¿No sería mejor estar en el Renacimiento? Al final, el Renacimiento fue un gran sistema de conocimiento y no una doctrina excluyente. Tecnología contextualizada, no fanáticos, no conversos. En un mundo cada vez más complejo, lo que lo gobernará serán las paradojas, los opuestos simultáneos. El punto es gobernar la paradoja, no tomar partido.

No es que importen las fuerzas del cambio, el problema es que no se están abordando de manera sistemática. Una variable, el turismo de Airbnb, empuja barrios enteros hacia la reorganización, pero la planificación llega tarde y la ejecución aún más tarde. Los entornos se deterioran, la gente se muda, los turistas terminan por no querer estar en espacios oscuros, sin servicios, sin vida. Los residentes, o antiguos residentes, deambulan por sus antiguos vecindarios, hablando de sus recuerdos. ¿Son estas las ciudades y vecindarios que quieren? ¿Vecindarios con derechos para los turistas pero sin responsabilidades?

Los vecindarios de ciudades turísticas exitosas están empezando a ser lugares sin memoria: ¿qué es un vecindario sin que nadie cuente la historia; habrá solo placas que digan, Marie Curie o Modigliani vivieron aquí, sin que nadie cuente o sepa la historia? Settis ha dicho que las ciudades tienden a morir de tres maneras: cuando un enemigo implacable las destruye, como Cartago; cuando los invasores colonizan y despojan a los dioses; y cuando los residentes se convierten en extraños para sí mismos en su vecindario. Se olvida el papel que la ciudad ha tenido y tiene en comparación con otras, su singularidad, su diversidad y su cultura.

No es nostalgia por el presente. Es otro signo de que las ciudades se alejan cada vez más de ser inteligentes.

¿Volverá la serpiente a morderse la cola?

 

 

 

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