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“Inteligente” no es suficiente

“Inteligente” no es suficiente

Publicado por Mexico Business News. Ver publicación original aquí. Por Dr. Federico de Arteaga. Líder del Proyecto Destino Turístico Inteligente Tequila y Vicepresidente de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de Iberoamérica.

Las ciudades tienen vocaciones y destinos; sin embargo, el activo más importante que tiene una ciudad es su personalidad.

Barcelona y Dublín son espectaculares en sí mismas, no porque sean “inteligentes”, sino porque tienen historia, lugares únicos, espacios de complicidad, conocimiento e interés. La inteligencia en las ciudades debería ser el núcleo, no el adjetivo. Las ciudades siempre han tenido tecnología para sistemas de agua, energía, transporte, saneamiento, higiene y comunicaciones, pero siguieron siendo Londres, Ámsterdam o Estambul, sin apellidos.

Durante 18 años, Tequila ha estado incorporando una vocación que está moldeando su destino: el turismo. Esto no ha implicado ignorar su vocación inicial; al contrario, el turismo es resultado de la autenticidad, cultura y sofisticación del tequila en sí mismo. La ciudad pasó de tener atracciones naturales a productos turísticos, para valorar la autenticidad y tradiciones mexicanas con el fin de mostrar la esencia de lo “mexicano”.

Repasemos un poco de historia: Durante más de 470 años, Tequila fue una ciudad industrial dedicada únicamente a la producción de tequila. Esta industria estuvo -y sigue estando- a la vanguardia de la tecnología en toda la cadena agroindustrial y comercial. Por lo tanto, la inteligencia tecnológica siempre ha estado presente en Tequila, de una forma u otra. Sin embargo, cuando una ciudad se convierte en un destino turístico inteligente y comienza a trascenderlo, es un resultado natural de su madurez: los residentes y los turistas lo demandan, y su esencia lo merece, pero no porque ahora esté de moda ser “inteligente”. De una ciudad industrial a un destino turístico, la inteligencia tecnológica y no tecnológica se armonizan para vislumbrar un futuro mejor para todos los involucrados.

La cultura, la autenticidad, el ecosistema y la comunidad son los pilares en los que se basó Tequila para definir un plan para el año 2040 como un destino turístico sostenible, cultural (económico, social, ambiental e institucional).

Con el crecimiento del turismo de 18,000 visitantes en 2003 a 500,000 en 2019, lo que resulta en una proporción de 15 turistas por residente, Tequila necesitaba evolucionar en sus servicios, gestión y gobernanza. En 2013, se creó el Consejo para el Desarrollo Integral de Tequila (CODIT) como una herramienta de gobernanza para su gestión óptima. CODIT se integró con el sector público, el sector privado, la academia, el sector terciario y los líderes locales.

También avanzó en conectividad, sistema de información y en crecimiento orgánico. Como lo señala Joxean Fernández (2021), “evitando la fugacidad, proponiendo un crecimiento lento, que no ponga en peligro las preexistencias que se han acumulado orgánicamente durante siglos…”.

A medida que las ciudades maduran y se vuelven más complejas, necesitan ser analizadas de manera sistémica y deben ser gestionadas consecuentemente. Lograr un crecimiento sostenido en el turismo llevó a Tequila a poder ofrecer diferentes oportunidades de crecimiento a sus residentes. Trabajar en una destilería ya no era la única posibilidad de empleo. Se abrieron oportunidades de empleo en el turismo. La pobreza disminuyó, la población económicamente activa creció, el producto interno bruto de la ciudad se multiplicó y se llevaron a cabo proyectos con organizaciones internacionales como la Ruta del Tequila con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID/MIF), la Fundación José Cuervo y otras alianzas público-privadas en el sector de bebidas.

El proceso de maduración de Tequila ha sido acompañado por una demanda de sofisticación por parte de los turistas en términos de conectividad, información, experiencias de calidad, gastronomía y planificación, y por parte de los residentes en términos de acceso a servicios, regulaciones, vivienda y seguridad.

Esta demanda llevó a Tequila a considerar avanzar en términos de inteligencia: no solo en inteligencia tecnológica, sino también en inteligencia no tecnológica. Cabe destacar que esta última representa el 80 por ciento de la inteligencia necesaria en una ciudad. Es así como, en 2016, Tequila comenzó su proceso de convertirse en el Primer Destino Turístico Inteligente de México dentro de la metodología del Ministerio de Turismo de España (SEGITTUR). Este sistema de gestión tiene cinco pilares: gobernanza, accesibilidad, tecnología, innovación y sostenibilidad. Tequila, por lo tanto, pasó de analizar y planificar los problemas, a gestionarlos, dimensionarlos y prevenir problemas potenciales.

Como se puede ver, de los cinco pilares, cuatro (gobernanza, innovación, accesibilidad y sostenibilidad, o el 80 por ciento), son no tecnológicos. Solo el 20 por ciento es tecnología pura. Esto no significa que no haya tecnología en accesibilidad o sostenibilidad, pero una ciudad no puede definirse solo por el 20 por ciento de sus componentes.

Después de casi seis años de gestión, Tequila es el primer Destino Turístico Inteligente en México y América Latina, y forma parte de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de España.

Este proceso nos ha permitido comenzar a pensar más allá del Destino Inteligente. Ya no estamos reaccionando, ya no estamos esperando información o viendo cómo llegarán los turistas, o si nuestra capacidad de carga se vería saturada. Hemos modelado una forma de tener un Tequila Armonizado, como podemos ver en la siguiente infografía:

La infografía muestra que hay una relación entre cada uno de los componentes, y los impactos no se pueden medir fuera de este sistema. Tequila ha buscado tener:

  • Modelos de Prevención para mitigar riesgos, reaccionando lo menos posible y, en cambio, adelantándose a ellos;
  • Atractivo, porque sin atracción una ciudad no puede existir como destino turístico;
  • Información en Tiempo Real, ya que sin esta información es imposible prevenir, tomar decisiones lúcidas y gestionar un destino;
  • Modelos de Negocio, ya que, por supuesto, sin negocio no hay inversión (el sectorprivado puede contribuir a la responsabilidad social corporativa, pero en última instancia busca un retorno de sus inversiones; la necesidad de inversión público-privada y la generación de bienes son intrínsecas a un destino turístico);
  • La capacidad de carga de un destino es clave: si antes era necesario calcularla debido al “sobreturismo”, ahora, debido a la pandemia, es esencial no solo medirla, sino gestionarla; y
  • Planificación urbana táctica: implementar acciones que permitan desconcentrar áreas saturadas y activar áreas sin turistas.

Por lo tanto, Tequila Armonizado busca, en una lógica de complejidad y simultaneidad, madurar dentro de la realidad de una ciudad dinámica, cambiante y desafiante para consolidarse como el Primer Destino Turístico Inteligente en México. Ahora que ha pasado la pandemia, los turistas quieren volver a ciudades atractivas de nuevas maneras: abiertas, ecológicamente amigables y con espacios públicos que brinden la perspectiva de la ciudad.

La tecnología en las ciudades debería estar en segundo plano, proporcionando lo que siempre ha proporcionado: certeza en servicios, higiene, seguridad, posibilidades de comunicación, oportunidades de educación, cultura y conocimiento. Colocarla en primer plano sería como poner el carro delante del caballo. Una ciudad no es una gran ciudad porque sea inteligente, sino porque es interesante: un lugar único en el mundo. Pero hoy en día, ninguna ciudad puede ser simplemente interesante; debe ser consistente en asegurar a turistas y residentes la confianza en la seguridad.

Tequila es una ciudad inteligente ante todo porque es interesante: en ningún otro lugar puedes ver lo que ves en Tequila. Es la esencia de lo mexicano.

La ciudad no es ni un museo, ni una cadena de atracciones, ni un folleto para ser validado con “marcadores” turísticos. Es, sobre todo, sus ciudadanos interactuando, viviendo en libertad; seguros, educados, cultos, gobernados y escuchados; y con opciones: una comunidad con un sentido de pertenencia en un ecosistema eficiente en términos ambientales.

Ser una ciudad “inteligente” es un largo camino. Es un proceso activo que no permite distracciones en su gestión. Las pandemias volverán con nuevos nombres, y sin una inteligencia que combine lo humanístico con lo tecnológico, las inversiones, una buena gobernanza, sistemas de prevención y una sociedad activa, pueden tomarnos por sorpresa y dejarnos sin respuestas.

 

 

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