Los bonos verdes; ¿llegaron para quedarse?
Por el Dr. Alberto Bucardo, socio director de la firma de consultoría Lab Inn, profesor de emprendimiento social en la Facultad de Economía y Negocios y como presidente del Consejo Consultivo de Acelera de la Universidad Anáhuac.
Antecedentes
El cambio climático ha traído aparejada la adopción no solo de estrategias para mitigarlo, sino también la aparición de metodologías e instrumentos financieros novedosos que permitan financiar dichas estrategias. Uno de dichos instrumentos, aparecido hace poco más de 10 años, es el bono verde, el cual es utilizado para financiar proyectos ambientales específicos.
La historia empieza cuando a finales de 2007 cuando un grupo de fondos de pensiones suecos quería invertir en proyectos sobre el clima, pero no sabían cómo encontrar ese tipo de proyectos, por lo que recurrieron al Banco Mundial para pedir ayuda. Un año después, se emitió el primer bono verde y con ello se creó una nueva forma de conectar el financiamiento de inversionistas con proyectos sobre el clima.
Los bonos son, básicamente, un acuerdo en virtud del cual los emisores toman en préstamo fondos de inversionistas y deben reembolsar dichos fondos a una tasa convenida al cabo de un plazo especificado. La emisión del bono verde se convirtió en un acontecimiento histórico que cambió fundamentalmente la manera en que los inversionistas, los expertos en desarrollo, los responsables de la formulación de políticas y los científicos trabajan unidos.
El bono verde del Banco Mundial permitió crear conciencia sobre los desafíos del cambio climático y mostró las posibilidades que tienen los inversionistas de apoyar soluciones para abordar dicho cambio climático a través de inversiones seguras sin renunciar a la rentabilidad financiera.
Al 2018, los proyectos de energía renovable y eficiencia energética y los de transporte limpio, representaban los sectores mas importantes de la cartera de proyectos para la utilización de bonos verdes, representando el 69% de los compromisos del Banco Mundial. Los bonos verdes han creado conciencia acerca de los desafíos del cambio climático y muestran las posibilidades que tienen los inversionistas institucionales de apoyar inversiones climáticamente inteligentes a través de instrumentos líquidos sin renunciar a obtener una rentabilidad financiera. Además, ponen de relieve el valor social de las inversiones de renta fija y la necesidad de una mayor atención en la transparencia.
Mas de diez años después, los mercados de capital han evolucionado de ser un mercado en que los inversionistas sabían y se preocupaban poco de lo que financiaban sus inversiones, a uno en que los objetivos importan más que nunca. La premisa básica de los bonos verdes, con su modelo para la selección de proyectos, una segunda opinión y la presentación de informes de impacto, se está aplicando en otras áreas.
Como resultado, actualmente existen bonos sociales, bonos azules y otros que recaudan financiamiento para fines de desarrollo específicos. Todos esos bonos siguen el modelo de los bonos verdes, que pone énfasis en la elaboración de informes de impacto.
El interés de los inversionistas en los objetivos sociales y ambientales de sus inversiones indica un cambio fundamental en el mercado de bonos. Ellos entienden el poder que tienen para apoyar iniciativas que son importantes para las partes interesadas, y que no necesitan renunciar a la posibilidad de obtener una rentabilidad financiera. También quieren tener datos que muestren cómo están abordando los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza, particularmente porque comprenden cada vez mejor que, además de crear valor social, están mitigando los riesgos de sus propias inversiones. Un emisor con buenas prácticas en materia de sostenibilidad suele hacer una mejor inversión.
Esta revolución la iniciaron los bonos verdes. En términos más generales, el objetivo es continuar la revolución y el impulso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a más tardar en 2030. La estructura de los bonos y los informes correspondientes serán cada vez más complejos, y llegará el día en que cada inversionista se pregunte: “¿Qué impacto han tenido mis inversiones? “, y esperará recibir como respuesta datos claros y convincentes.
Tipos de bonos
La Bolsa Mexicana de Valores señala que los Bonos Verdes, Sociales o Sustentables son cualquier tipo de instrumento financiero donde el “uso de los recursos” se aplica exclusivamente para financiar o refinanciar, parcial o totalmente, proyectos nuevos y/o existentes que sean elegibles como “verdes” o “sociales”. Como cualquier otro bono, estos instrumentos poseen un plazo de repago, un precio de emisión y una tasa de interés que obtendrá el inversionista. Sus características son las siguientes:
• Bonos Verdes: cualquier tipo de bono en el que los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar, o refinanciar, ya sea en parte o totalmente, proyectos verdes elegibles, nuevos o existentes
• Bonos Sociales: cualquier tipo de bono en el que los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos sociales elegibles, ya sean nuevos y/o existentes.
• Bonos Sustentables: aquellos bonos donde los fondos se aplicarán exclusivamente a financiar o refinanciar, en forma total o parcial, una combinación de proyectos verdes y sociales. Es decir, acumulan las características de los bonos sociales y los bonos verdes.
Los bonos verdes, sociales o sustentables requieren el involucramiento de organizaciones que verifiquen el cumplimiento de las emisiones con las normas existentes, de acuerdo con estándares de sustentabilidad internacionales; dichas instituciones verifican el uso de los recursos y el impacto ambiental/social de los proyectos financiados.
Existen 4 principios fundamentales de los bonos verdes:
1. Uso de los recursos provenientes de la emisión: La totalidad de los recursos deben ser aplicados exclusivamente a financiar o refinanciar “proyectos verdes” nuevos o existentes, quedando claramente detallado en la documentación legal de la emisión.
2. Proceso de evaluación y selección de proyectos: El emisor deberá informar sobre el proceso de toma de decisión que seguirá para determinar que los proyectos verdes en efecto generan beneficios ambientales claros y específicos, incluyendo:
• Los criterios de elegibilidad que utilizará para determinar si el proyecto cumple con la definición de bono verde.
• Los objetivos específicos que persiguen los proyectos verdes que serán financiados con los recursos de la emisión.
3. Administración de los recursos: Los recursos provenientes del bono verde deben ser administrados de manera separada dentro de la entidad emisora, siendo destinados durante la vida del instrumento al financiamiento del proyecto.
4. Reportes: El emisor debe reportar anualmente, durante la vida del bono, el uso y aplicación de los recursos provenientes de la emisión. Debe reportar: 1. El monto de los recursos utilizados para financiar proyectos verdes; 2. Las inversiones temporales de los recursos no asignados a la fecha; 3. Lista de los proyectos verdes financiados, montos asignados y los resultados o beneficios ambientales, utilizando indicadores cualitativos y/o cuantitativos.
Diferencias entre bonos verdes y bonos de carbono
Es relevante considerar que los bonos verdes tienen diferencias importantes contra los bonos de carbono, los cuales tienen su origen en 1997 como consecuencia de la firma del Protocolo de Kioto:
Fuente: BMV
Los bonos ESG
BBBVA Global Markets Research señala que a juzgar por el crecimiento exponencial en emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles, no parece aventurado afirmar que ya no nos encontramos ante una moda pasajera, sino ante una tendencia que ha llegado para quedarse. Multitud de empresas, e inversores, están incorporando objetivos ESG (‘Environmental, Social and Governance’) en sus agendas de inversión, los cuales incluyen a los bonos verdes.
BBBVA menciona que “el crecimiento del mercado de bonos ESG es más que evidente. En 2019, el número de emisiones de este tipo de bonos ha estado permanentemente por encima de las medias mensuales de los tres años anteriores. Además, en mayo, con un volumen total de 35.000 millones de dólares, se registró el máximo histórico de emisiones de este tipo, que cerró a un nivel del 175% por encima de la media de los tres años anteriores. Durante ese mismo mes, los bonos verdes, sociales y sostenibles representaron un 6,7% del volumen total de bonos emitidos, el máximo nivel jamás alcanzado.”
Señala también que el trabajo realizado por el Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre la Financiación Sostenible de la Comisión Europea, creado en 2016, ha sido crucial para definir un conjunto de normas y directrices dirigido tanto a incrementar la armonización en las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles en Europa, como para dirigir flujos de capitales hacia inversiones sostenibles.
El establecimiento de una taxonomía común, un marco, para el mercado de bonos ESG ha sido una tarea prioritaria para el Grupo de Expertos Técnicos sobre la Financiación Sostenible. La publicación de una clasificación completa de 76 actividades económicas en 7 sectores de actividad ofrece un punto de partida sustancial para los participantes en el mercado de bonos ESG, hasta tal punto que podría convertirse en un hito clave en el desarrollo de este mercado.
Temas clave en el mercado de bonos ESG
BBBVA establece que algunos de los temas clave que centran el debate en el mercado de bonos ESG son:
• El concepto de ‘prima verde’. La presencia de una prima verde (o ‘greenium’) indicaría que los bonos clasificados como verdes, sociales o sostenibles se negociarían a niveles más ajustados que los bonos convencionales (bonos ‘marrones’). El concepto de prima verde es importante porque permitiría a los emisores de bonos verdes acceder a mejores condiciones económicas frente a los no-verdes, convirtiéndose en una palanca clave para el crecimiento del mercado. En la actualidad no existe un incentivo económico tan claro.
• Efecto de adicionalidad de la emisión de bonos ESG. Algunos expertos consideran que las emisiones de bonos verdes no comportan ventajas frente a los tradicionales. Para los analistas de BBVA, las emisiones de bonos verdes ofrecen mayor claridad a los inversores, puesto que están sujetas a mayores exigencias de información, garantizan el alineamiento del emisor con diferentes objetivos medioambientales y cada vez son más los actores (emisores, bancos centrales, reguladores, etc.) que están participando en el mercado.
• La generación ‘millennial’ está impulsando las inversiones socialmente responsables. Un estudio publicado por ‘First State Investments’ en colaboración con Kepler Cheuvreux ha detallado hasta qué punto la generación ‘millennial’ está comprometida activamente con las inversiones socialmente responsables. El 81% de los encuestados afirmó estar interesado o muy interesado en realizar inversiones en proyectos socialmente responsables o sostenibles.
Comparación entre los bonos ESG y los bonos tradicionales
Capital Group menciona que para determinar hasta qué punto una inversión puede considerarse ESG, debe resultar posible aislar la influencia de los factores ESG manteniendo constantes el resto de factores de influencia.
Se trata de algo complicado de conseguir en el mercado de renta variable, ya que no hay dos compañías idénticas. Es muy difícil aislar las diferencias de cotización que son exclusivamente atribuibles a los factores ESG y comparar las valoraciones relativas en función de esta base tan limitada.
En el mercado de renta fija es diferente. En este mercado resulta más fácil evaluar las diferencias de valoración entre los bonos tradicionales y los bonos ESG si los comparamos en el marco de la estructura de capital de un único emisor. Resulta más fácil aislar la influencia de los factores ESG manteniendo constantes el resto de los factores que influyen en el precio de los bonos.
Capital Group ha construido un modelo para evaluar estas diferencias de valoración y ha podido comprobar que los bonos ESG conllevan una prima de precio («greenium») que se traduce en una reducción del rendimiento de 4,1 y 3,1 puntos básicos en relación con los bonos no considerados ESG, según los datos que recogieron entre noviembre de 2020 y mayo de 2021, respectivamente; en otras palabras, los inversores suelen obtener un rendimiento menor cuando invierten en bonos denominados ESG.
Bonos verdes en México
México siempre ha sido un país que busca conocer y aplicar el estado del arte en los diversos aspectos que van surgiendo en el mundo financiero, y los bonos verdes no son una excepción. Según información de Expansión y de acuerdo con datos del Consejo Consultivo de Finanzas Verdes, en los primeros cinco meses de 2021 se observa que el monto de colocación en Bonos con etiqueta verde, social o sustentable en el mercado bursátil en México ha sido por 74,078 millones de pesos, lo cual supera en 11% lo que se colocó en 2020. A la fecha se han colocado 14 emisiones: ocho son sustentables, cuatro verdes y dos sociales, con carácter de género.
De los Bonos sustentables destaca Banobras como el principal colocador con cuatro emisiones por 10,000 mdp. El destino de estos fondos se ubica en infraestructura básica para beneficiar a la población en rezago social y pobreza extrema. También contemplan planes de infraestructura de servicios públicos, recuperación de desastres naturales, transporte sustentable, proyectos de energía renovable, así como agua y manejo de aguas residuales, prevención y control de la contaminación.
Por su parte, corporativo Femsa ha colocado dos bonos sustentables, uno por 700 millones de euros (mde) y otro por 500 (mde), para refinanciar o desarrollar nuevos proyectos de energía renovable y gestión de residuos para alcanzar las metas de sustentabilidad de Coca-Cola FEMSA (85% de la electricidad usada proveniente de energías renovables y cero residuos para el 2030).
Los bonos de género han sido emitidos por BID Invest y Fira, los cuales están enfocados en contribuir a cerrar las brechas de género en Latinoamérica y el Caribe mediante el impulso del talento femenino, así como la ampliación y facilitación del acceso de mujeres a servicios financieros.
Conclusión
Es claro que la búsqueda del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el año 2030 tendrá como resultado, entre muchos otros, el desarrollo y consolidación del mercado de bonos ESG, que como se ha mencionado, incluye a los bonos verdes. Tanto en México como en el resto del mundo tanto los inversionistas como los desarrolladores de proyectos cada vez se concientizan mas de la importancia de considerar los temas sociales y ambientales dentro de sus planes de inversión.
Como se ha mencionado, esto no es una moda pasajera, sino una tendencia creciente que en pocos años será dominante en los mercados financieros; ya no existe solo la inversión en los grandes fondos. Ahora la tendencia es la inversión de impacto, la cual debe ser complementada con instrumentos financieros que conlleven implícito el concepto de desarrollo sostenible que todos deseamos.
Los bonos verdes son tan solo una parte de un esquema de solución a un problema global llamado cambio climático, y en el que si logramos solucionarlo, si todos participamos, tendremos como recompensa algo nada menor: nuestro futuro y el de los que vengan después.
Referencias
Banco Mundial: https://www.bancomundial.org/es/news/immersive-story/2019/03/18/10-years-of-green-bonds-creating-the-blueprint-for-sustainability-across-capital-markets
Bolsa Mexicana de Valores: https://blog.bmv.com.mx/2019/06/que-son-los-bonos-verdes-sociales-o-sustentables/
https://blog.bmv.com.mx/2019/06/cuales-son-las-principales-diferencias-entre-los-bonos-verdes-y-los-bonos-de-carbono/
BBBVA: https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/bonos-esg-temas-y-tendencias-clave-en-2019/
Capital Group: https://es.rankiapro.com/esta-justificada-prima-verde-bonos-esg/
Expansion: https://expansion.mx/opinion/2021/05/25/el-auge-de-los-bonos-verdes
Dr. Alberto Bucardo
Es Contador Público con Maestría y Doctorado en Administración. Laboró durante 22 años en el sector bancario en áreas de crédito, financiamiento de proyectos, ingeniería financiera y sindicaciones y 19 años trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo diseñando y supervisando operaciones del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN- BID Lab). Desde enero de 2018 es socio director de la firma de consultoría Lab Inn, además de colaborar en la Universidad Anáhuac como profesor de emprendimiento social en la Facultad de Economía y Negocios y como presidente del Consejo Consultivo de Acelera, la aceleradora de negocios de la universidad.