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La ciudad no está allí

La ciudad no está allí

Publicado por Mexico Business News. Ver publicación original aquí. Por Dr. Federico de Arteaga. Líder del Proyecto Tequila Destino Turístico Inteligente y Vicepresidente de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de Iberoamérica.

Durante muchos años he estado buscando ciudades; buscando el hilo de Teseo para entenderlas, buscando esa ciudad a escala humana donde todas las oportunidades sean posibles y donde cada individuo pueda encontrarse, y donde cada colectivo tenga su lugar.

En ningún lugar la he encontrado. Por suerte. Lo que he encontrado es que la ciudad no está en la inteligencia, ni en la suma de clichés que predominan en la comunicación. La ciudad no es la abstracción de planificadores, urbanistas, arquitectos y teóricos. Cada ciudad tiene una historia desde su fundación, desde su vocación, su cultura, su gente y su personalidad.

¿Hasta qué punto las ciudades que se nombran son las ciudades que son? ¿Hasta qué punto es la Ciudad de México la ciudad que imaginan los turistas y visitantes? ¿Es la ciudad de aquellos que viven en la periferia y tardan dos horas en llegar al trabajo? ¿Sigue siendo México la Tenochtitlán?

Desde mi experiencia, creo que necesitamos encontrar la ciudad posible y habitable, aquella que está en tensión permanente. Las ciudades son organismos vivos, con economías y des-economías de escala, que se ven y se sienten diferentes, que atraen o repelen. Las ciudades también están compuestas por redes geográficas, digitales, infraestructuras de información y puertos, con una vida social colectiva y espacio para la individualidad.

Las ciudades tienen plazas y umbrales, tienen un lenguaje y formas de gobierno, y acuerdos no dichos que son su cultura y sus colores. Y las ciudades siempre se ven desde una perspectiva propia, desde una experiencia de vida propia. No todo en la ciudad es cualitativo o se puede medir y comparar. Es cierto que hay una ciencia de las ciudades; se pueden hacer análisis urbanos, calcular las capacidades de carga, el Producto Interno Bruto (el 80% ya se produce en las ciudades), su demografía, su turismo y su escala. Pero eso no es todo. También hay saciedades.

¿Qué puede pasar en esa ciudad? No todo. ¿Qué hace esa ciudad por el país? ¿Es resiliente, posible, dinámica, accesible, segura, deseable? ¿De qué ciudades estamos hablando? Claramente hay megaciudades, pero son pocas. Lo que estamos empezando a notar son grupos de ciudades de tamaño mediano. Jugadores de aprendizaje translocal. Estamos en América Latina, un sistema de municipios, de ciudades pequeñas y medianas con algunas megaciudades.

¿Es la ciudad clásica, la ciudad musulmana, la ciudad medieval, el campamento tecnológico o la ciudad genérica? Pensadores como Jacobs, Mumford, Glaeser, Koolhaas, Sudjic, Gehry, Sennett y McLuhan, han observado las ciudades a través de diferentes lentes, desde la polis griega hasta la megalópolis del desierto, sin encontrarla.

Por lo tanto, la ciudad no está ahí, está —en realidad— en ninguna parte. Excepto en los corazones de las mujeres y los hombres que la viven, la sueñan, la construyen, le dan una escala humana, la digitalizan, la ordenan, hacen negocios en ella y se educan en ella. La ciudad es una cultura en busca de un lugar. Percibir la tensión entre diferentes visiones en la lectura de una ciudad, entre lo tecnológico y lo no tecnológico, entre el gobierno y una ciudadanía ávida de interacción, es la forma de ver la ciudad tal como es: un sistema complejo y simultáneo de aprendizaje, de cultura en relación con otros sistemas.

Las ciudades son cada vez más importantes que los propios países. La ciudad seguirá siendo una construcción social, de ciudadanía, compleja y producto de su tiempo y cultura. De su gente, que seguirá buscando su vida entre la polis y la necrópolis. Y entre estos, la vida urbana, la persona, con sus derechos y obligaciones, sus asedios y sus misterios.

La ciudad no está sola en su vocación primaria, ni en su lenguaje, ni en lo extranjero, ni en la movilidad. Mucho menos en la tecnología; ni en los caballos de Troya. No está en el espacio público, en los puertos, ni en los bordes o en los barrios bajos; ni en la soledad y el silencio, ni en su gastronomía, ni en su sostenibilidad o en sus árboles. Hay una parte invisible y hay gobernanza, hay alcaldes y formas espurias, algoritmos y espacios privatizados, incendios y hogueras, pájaros y piedras, pero la ciudad todavía no está ahí.

Francisco de Quevedo fue un visionario cuando dijo:

«¡Roma buscas en Roma, peregrino! / Y en Roma misma a Roma no la hallas….»

No sabemos si la ciudad está en la percepción de todos. Como Marco Polo le contó al Gran Khan: Cuanto más se perdía en los barrios desconocidos de ciudades lejanas, más entendía las ciudades por las que había pasado para llegar allí. Las ciudades también son ciudades en relación unas con otras.

Muchos han construido modelos de ciudades en sus mentes para que las personas tampoco estén allí, para que tampoco pertenezcan del todo. Está claro que los bárbaros no están a las puertas de la ciudad, nosotros los bárbaros estamos dentro.

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